Como si le faltaran desvergüenzas, infamias y cinismos, el gobernador Rubén Rocha Moya se empeña todos los días en sumar ilegalidades y abusos de poder.
Muchos de quienes todavía son sus amigos o acaban de pintar raya admiten su sorpresa ante el hombre que dejó de serlo y se convirtió en un rufián de lo más miserable.
Se preguntan dónde quedó aquél Rubén que parecía persona decente.
Lamentan la carencias de principios y valores en un remedo de servidor público que no solo miente con descaro sino que opera como un delincuente ante la cara de todos.
La consideración de que le pegó durísimo el síndrome del ladrillo hasta sentirse dueño absoluto de la verdad y de las voluntades.
Lamentablemente sobran los ejemplos de un Rocha Moya mediocre que en lugar de trabajar por la verdad y por la justicia prefiere los atoles de simular y ser cómplice.
Intentemos un resumen, con hechos por todos conocidos.
Demuestra irrefutablemente a un Rubén Rocha mentiroso su declaración patrimonial en la que insiste ser dueño de solamente una casa y de un automóvil modesto que se ganó en una rifa.
Hay muchas escrituras y fe de notarios que lo señalan como propietario de varias casas y cuando menos un terreno más, además de registros públicos de la propiedad y de vehículos que desmienten la declaración patrimonial del gobernador.
Media neurona basta para saber que Rocha incurre en delito al mentir con un cinismo descomunal, y que le vale.
Otro hecho que desnuda la desvergüenza del ejecutivo sinaloense es que se indigne cuando alguien se atreve a señalar que el crimen organizado participó muy activamente durante la pasada elección constitucional en Sinaloa, a su favor y de los demás candidatos de la cuarta transformación.
Más de mil operadores políticos fueron privados de su libertad; gente armada exigió que se votara por Morena y amenazó represalias; videos con criminales robando urnas.
Hubo denuncias locales, nacionales e internacionales, y la propia DEA documentó financiamientos de delincuentes.
Y a pesar de tantas evidencias, Rubencito sigue terco en que nada de eso sucedió.
Con el chiste de que sus dos hijos contradicen al gobernador, porque presumen que contaron y cuentan con todo el apoyo del cártel de Sinaloa.
Multimillonarios ambos -“sin tráficos de influencias”-, ningún empacho tienen incluso en dejar en claro que jugarles la contra puede ser peligrosísimo.
No se puede eludir que la administración estatal tiene en cargos importantes a varios a los que se le han comprobado irregularidades y hasta delitos, comenzando por su secretario general de gobierno Enrique Inzunza Cázarez.
Una larguísima lista de abusos de poder, como la pensión de magistrado judicial con un salario superior a los 150 mil pesos mensuales.
Un degenerado conocido en el mundo del clóset como “el camisa rosa”, Enrique Inzunza tiene un inmenso poder y lo usa para perseguir a quienes no se le arrodillan, protegido por el que se supone es su jefe.
A pesar de que se documentó que robaron dinero del pueblo al cobrar como aviadores, el gobernador nombró y mantiene en sus cargos a Sthefany Rea Reátiga como subsecretaria del bienestar y a Julio César Cascajares -el chango Ceroté- como director del Instituto del Deporte y la Cultura Física.
La doble cara de Rubencito se muestra por el criminal abandono en que tiene a miles de niños y jóvenes sinaloenses en escuelas que desde hace buen número de meses están sin los servicios de agua y electricidad.
El gobierno les dice que no hay dinero y exige que aguanten todo lo que puedan o se vayan a las clases “en línea”.
Cacaraquean cada vez que pueden que tenemos un gobierno con sentido social y humanista.
La realidad está a la vista de todos, con la persecución de todos aquellos que no se ponen de rodillas.
La dupla Rocha-Inzunza están enfermos de poder y son insaciables.
Dos millonarios de clóset ambiciosos que para imponer voluntades y caprichos pisotean las leyes con una frecuencia cada vez más alarmante.
Los poderes legislativo y judicial son cómplices y en completa abyección.
Respecto del cese de Héctor Melesio Cuén Ojeda, la percepción pública crece con fuerza en la consideración de que fue otra “canallada” de Rocha Moya.
En no pocos, la sorpresa de que el gobernador exija que alguien retire una denuncia que tiene más de cuatro años sin existir.
Repitamos aquí nuestro reclamo que hicimos de manera directa a Cuén Ojeda, de su ingenuidad o su mentira de que “engañaron al gobernador”.
Es una tremenda vileza la de Rubén Rocha, lucrar con el asesinato de Luis Enrique Ramírez.
Reclamar ataques a la prensa, luego de que él mismo acusara a periodistas por irresponsables, faltos de ética y por mentir sin recato.
Ante este análisis de sus abusos de poder, vendrán los inevitables insultos y descalificaciones.
Hay que reiterar desde ya que siempre será preferible decir la verdad de nuestros malos gobernantes, por más intolerantes que sean.
Nadie creerá que se motiven a corregir, pero que cuando menos de la balconeada no escapen.
Porque Rubén Rocha y su pandilla le apuestan al olvido.
A que los sinaloenses no creamos o aguantemos que es un narco gobernador, millonario de clóset y cómplice de corruptos.
Por más que brinquen, la sentencia será inevitable y Rubencito pasará a la historia como el peor gobernador de nuestra historia.
Como el más cínico y el más canalla de todos, y de calle.