Tomar medidas

“No hay verdades absolutas; todas las verdades son medias verdades. El mal surge de quererlas tratar como verdades absolutas” Alfred North Whitehead (1861-1947) Filósofo y matemático angloamericano.

CUESTIÓN DE ENFOQUE

La reciente decisión del gobernador de Sinaloa de cancelar los festejos masivos del Grito de Independencia en Culiacán y limitar la conmemoración a un acto solemne encabezado por los tres Poderes del Estado y las Fuerzas Armadas es, sin duda, un mensaje político y social de gran relevancia. No se trata únicamente de un ajuste en la programación cultural, sino de un ejercicio de responsabilidad social en un momento en que las condiciones del estado demandan mesura y prudencia.

El mandatario lo expresó con claridad: gobernar significa responder al interés superior de las familias sinaloenses. Y en ese sentido, posponer la verbena popular y las presentaciones artísticas refleja una visión en la que el bienestar, la seguridad y los derechos de la gente se colocan por encima del espectáculo y de la tradición festiva. Agradecer a los artistas convocados y, al mismo tiempo, pedir comprensión a la ciudadanía, es un acto de reconocimiento a que la expectativa existía, pero que la decisión tomada obedece a una causa mayor.

En el discurso oficial, septiembre se coloca como un mes de valores cívicos, de memoria histórica y de identidad nacional. Esta narrativa subraya que el verdadero sentido del Grito no reside en los conciertos ni en los fuegos artificiales, sino en el compromiso de honrar la historia y mantener viva la fortaleza colectiva como sociedad. Celebrar desde casa, como lo pidió el gobernador, se convierte entonces en un ejercicio simbólico: reconocer que el orgullo de ser mexicanos no depende de la multitud reunida en una plaza, sino de la conciencia de lo que representa esta fecha.

La cancelación de los festejos masivos también debe entenderse en el contexto actual. Sinaloa enfrenta retos de seguridad y de estabilidad social que obligan a las autoridades a privilegiar la prevención. El anuncio de que se mantendrá vigente el operativo estatal de seguridad es una señal de que el gobierno no descuida la protección de la población, aun cuando no se convoque a concentraciones multitudinarias. Se trata de un equilibrio entre la celebración y la responsabilidad.

Más allá de las lecturas políticas que esta medida pueda generar, el mensaje central es claro: el gobierno busca transmitir sobriedad y seriedad en el manejo de los eventos públicos. En un tiempo en que las instituciones enfrentan el escrutinio ciudadano, esta decisión coloca la responsabilidad social como criterio rector, aunque ello implique sacrificar la dimensión festiva del 15 de septiembre.

Al final, el Grito de Independencia en Culiacán se dará, como cada año, con la misma carga simbólica y el mismo peso histórico, solo que sin la multitud ni la música. La diferencia radica en que, esta vez, el acto no será un festejo masivo, sino un recordatorio de que el orgullo nacional también puede vivirse en la intimidad de los hogares, con la seguridad y la estabilidad de las familias como prioridad. Esa es, en esencia, la apuesta del gobierno: mostrar que la verdadera celebración está en la responsabilidad con la que se conducen los actos públicos.

A FAVOR

El puerto de Mazatlán vivió un fin de semana patrio con resultados significativos en materia turística y social. La presidenta municipal, Estrella Palacios Domínguez, informó que la ocupación hotelera alcanzó hasta un 80 por ciento, de acuerdo con datos de la Secretaría de Desarrollo, Turismo y Pesca (SEDECTUR). Esta cifra refleja no solo la atracción que tiene Mazatlán como destino, sino también la efectividad de la planeación de eventos deportivos, culturales y musicales que marcaron la agenda festiva.

La alcaldesa subrayó que esta estrategia no se limita a la celebración de la identidad nacional, sino que se traduce en beneficios económicos tangibles para miles de familias mazatlecas. Los eventos organizados durante el fin de semana no solo diversificaron la oferta turística, sino que se realizaron en un ambiente de seguridad y tranquilidad, dos factores clave que hoy determinan el éxito de un destino.

Entre las actividades más destacadas se contó el encuentro de futbol entre Mazatlán FC y Pumas, con una asistencia superior a 12 mil personas en el Estadio “El Encanto”. De igual manera, el concierto de Chuy Lizárraga y El Coyote en el Estadio “Teodoro Mariscal” alcanzó un lleno total con 17 mil asistentes. Ambos eventos reflejan la capacidad del municipio de combinar entretenimiento masivo con orden y seguridad, lo cual fortalece la vocación turística del puerto.

El anuncio de que este lunes 15 de septiembre se llevará a cabo la ceremonia del Grito de Independencia en la Plazuela República, y el tradicional desfile cívico-militar el martes 16 sobre la avenida Del Mar, cierra un ciclo de actividades que buscan enaltecer la historia y el espíritu mexicano. Estas acciones representan más que un calendario de festejos: son parte de una política municipal orientada a consolidar la imagen de Mazatlán como un destino turístico competitivo y, al mismo tiempo, como una comunidad que celebra con responsabilidad social sus tradiciones.

El análisis de este fin de semana patrio en Mazatlán permite observar dos planos complementarios. Por un lado, el impacto económico directo en el sector hotelero y en los servicios vinculados al turismo. Por el otro, la importancia de preservar un entorno de seguridad y tranquilidad que da confianza tanto a visitantes como a la población local. En este equilibrio reside la clave: celebrar la identidad nacional sin perder de vista que cada evento debe construirse con responsabilidad, planificación y visión de futuro.

Mazatlán muestra así que es posible combinar el fervor patrio con el desarrollo turístico. La lección que deja este fin de semana es clara: las fiestas no solo son un espacio de encuentro y orgullo, también pueden convertirse en motores de bienestar social y económico cuando se gestionan con seriedad y responsabilidad.

AROMA DE MUJER

Este lunes 15 de septiembre de 2025 quedará marcado en la historia de México. Por primera vez, una mujer, Claudia Sheinbaum, entonará desde el balcón de Palacio Nacional el tradicional Grito de Independencia.

Tras 215 años de la lucha por la emancipación del imperio español, 65 presidentes y una nación que ha visto transformaciones profundas, el hecho de que una mujer encabece esta ceremonia no es solo un acto protocolario: es un símbolo de inclusión, progreso y cambio generacional.

La presencia de Sheinbaum en el Zócalo capitalino, con sus 46 mil 800 metros cuadrados de historia y tradición, resalta la relevancia de la representación femenina en los más altos espacios de la política.

No se trata únicamente de un gesto de igualdad; representa el reconocimiento de que las mujeres también pueden ser líderes en los momentos de mayor simbolismo nacional.

Para muchas mexicanas, como Marta García y Angélica, la presidenta no es solo un personaje público, sino un ejemplo tangible de que es posible aspirar y alcanzar puestos de decisión, rompiendo barreras históricas.

Sin embargo, la celebración del Grito también nos invita a reflexionar sobre cómo vivimos nuestras tradiciones.

Aunque la esencia de la festividad permanece intacta dentro de los hogares, donde las familias se reúnen para compartir platillos típicos y celebrar la libertad, el Zócalo ya no es, para muchos, el epicentro que alguna vez fue. La inseguridad, las lluvias de septiembre y los cambios en la forma de socializar han transformado la manera en que se experimenta este día.

Luis Arenas, de 83 años, observa con nostalgia, pero también con gratitud, que la libertad que se celebra sigue siendo el corazón de la conmemoración.

El Grito de 2025 es, además, un recordatorio de que la historia se construye todos los días. Más allá de las luces, la pirotecnia y la música de los conciertos que preceden la ceremonia, está el mensaje subyacente: México avanza, y lo hace reconociendo la diversidad de voces y liderazgos que fortalecen su democracia.

Celebrar desde casa o desde el Zócalo, bajo la lluvia o bajo el calor, sigue siendo un acto de patriotismo; pero que este acto histórico sea encabezado por una mujer le da un valor añadido que trasciende generaciones.

En definitiva, el primer Grito de Independencia de una presidenta no es solo un momento protocolario en el calendario nacional.

Es una afirmación de que la historia mexicana se sigue escribiendo, que los símbolos pueden evolucionar y que la nación está lista para reconocer el papel de las mujeres en la construcción de su futuro.

Este 15 de septiembre, entre el brillo de los fuegos artificiales y el eco de los “¡Viva México!”, se celebra también la posibilidad de un México más inclusivo, donde la igualdad deja de ser un ideal para convertirse en realidad.

marcoantoniolizarraga@entreveredas.com.mx

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Marco Antonio Lizárraga

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