Más mezcla maistro
“¿Cambiar? Cuando lo hagan las colinas”, Emily Dickinson (1830-1886) Poetisa estadounidense. BOQUETE PRESUPUESTAL El señalamiento del gobernador Rubén Rocha Moya sobre la deuda superior a cinco mil millones de pesos heredada por las administraciones de Mario López Valdez y Quirino Ordaz Coppel no solo revela un problema contable, sino una herida institucional que compromete la confianza en la gestión pública. Lo dicho por el mandatario no debe leerse como una acusación política más, sino como un diagnóstico de largo alcance sobre la fragilidad del sistema de pensiones en Sinaloa. El hecho de que las aportaciones de los trabajadores al Instituto de Pensiones del Estado (IPES), al Issstesin y al SAT fueran retenidas sin ser entregadas constituye una práctica que erosiona la relación entre el gobierno y sus servidores públicos. En esencia, se trata de recursos que pertenecen a quienes durante años han sostenido al aparato estatal desde su trabajo y contribución. Que esos fondos se hayan desviado a otros fines —sin que se especifique claramente cuáles—, revela una forma de administración que privilegió la inmediatez política sobre la responsabilidad financiera. El monto es alarmante: 2 mil 641 millones de pesos en el IPES y el resto en pasivos fiscales y laborales. Pero más allá de la cifra, el impacto real recae en los trabajadores que esperan su jubilación con incertidumbre. La advertencia de Rocha Moya sobre el riesgo de no poder cubrir las pensiones en el futuro no es menor. Si el fondo carece de liquidez, la consecuencia será directa: el incumplimiento de derechos adquiridos. El gobernador ha prometido corregir el rumbo y destinar recursos para garantizar los pagos, lo cual, si bien es una obligación moral y legal, también supone un desafío administrativo enorme. En un contexto de restricciones presupuestales, la pregunta es inevitable: ¿de dónde saldrán los recursos para subsanar una deuda que no se generó en su gestión? En este punto, la transparencia será clave. No basta con señalar la irresponsabilidad del pasado; es indispensable que se documenten los desvíos, se definan las responsabilidades y se establezcan mecanismos de recuperación de recursos o sanción si corresponde. La rendición de cuentas no debe quedarse en la retórica del señalamiento político, sino traducirse en acciones concretas que eviten la repetición de estas prácticas. El fondo de pensiones, el Issstesin y el SAT no son meras instituciones burocráticas: son el soporte de la seguridad laboral, fiscal y social del Estado. Su descuido durante años muestra cómo la política cortoplacista puede hipotecar el futuro de generaciones de trabajadores. Hoy, el gobierno de Rocha Moya tiene la oportunidad —y el reto— de demostrar que la honestidad no solo se predica, sino se reconstruye desde las finanzas públicas. El saldo de la irresponsabilidad no solo se mide en cifras, sino en la confianza perdida. Y esa, sin duda, será la deuda más difícil de saldar. RECORRIDO Las asambleas informativas que encabeza la diputada Tere Guerra por los 20 municipios de Sinaloa son un ejercicio que, más allá de su formato político, representan una recuperación del sentido primario del servicio público: escuchar. En una época donde la representación suele percibirse distante, el hecho de que la presidenta de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado lleve el trabajo legislativo a las comunidades rurales, sindicaturas y cabeceras municipales, reconfigura la relación entre el poder y la ciudadanía. Tere Guerra no es nueva en el terreno del compromiso social. Su trayectoria como activista y defensora de derechos humanos le otorga una legitimidad que trasciende los discursos. Sin embargo, lo relevante hoy no es el perfil, sino la estrategia: abrir el Congreso a la calle, a los caminos polvorientos y a las voces que pocas veces llegan al pleno. Con más de 50 asambleas realizadas, la diputada convierte la rendición de cuentas en una herramienta de vinculación política y pedagógica, donde la gente no solo escucha, sino pregunta y evalúa. En estas reuniones —acompañada por los legisladores Ambrocio Chávez y Rita Fierro— se ha puesto sobre la mesa una agenda legislativa que, según su propio planteamiento, busca consolidar una “etapa de transformación con sensibilidad social”. Las reformas impulsadas en materia de seguridad, igualdad y justicia social, como el aumento de penas por homicidio doloso, la tipificación de la violencia en el noviazgo o las modificaciones para combatir el robo de vehículos, son ejemplos de un Congreso que intenta responder a las preocupaciones cotidianas de la ciudadanía. También destaca el énfasis en la igualdad sustantiva. Las reformas a la Ley para la Igualdad entre Mujeres y Hombres en Sinaloa, que garantizan la equidad salarial y promueven la presencia femenina en espacios de decisión, son avances significativos en un contexto donde las brechas de género siguen siendo visibles. En este punto, la diputada Guerra refuerza un mensaje político que ha sido sello de Morena: gobernar con empatía hacia los sectores más vulnerables. Sin embargo, el valor político de estas asambleas no radica solo en la información compartida, sino en el símbolo que representan: la recuperación del diálogo directo entre representantes y representados. En tiempos donde la política suele medirse en encuestas y redes sociales, volver al contacto humano es un acto de congruencia. El reto, no obstante, será mantener esa cercanía sin que se diluya en el discurso partidista. Porque la transformación que la diputada proclama solo podrá sostenerse si la voz ciudadana, la de esas familias que asisten a las asambleas con esperanza y escepticismo, logra influir realmente en la agenda legislativa. Al final, Tere Guerra encarna una idea simple pero poderosa: legislar no es solo escribir leyes, sino construir confianza. Y en un Sinaloa donde la distancia entre la política y la gente ha sido una constante, esa puede ser la reforma más profunda de todas. RELEVOS Con una lectura más profunda que la de una simple rotación de cargos, el alcalde de Culiacán, Juan de Dios Gámez Mendívil, realizó ajustes en tres áreas estratégicas de su administración, en lo que definió como parte de una evaluación permanente al desempeño de su equipo de

