La rifa del tigre

“Si no actúas como piensas, vas a terminar pensando como actúas”, Blaise Pascal

EN LLAMAS
La renuncia de Sara Bruna Quiñónez Estrada como Fiscal General de Sinaloa, ocurrida el 16 de agosto de 2024, marca un punto de inflexión en el sistema de justicia de un estado que ha estado históricamente marcado por el crimen organizado y la corrupción.
Aunque la decisión de Quiñónez Estrada ha sido presentada como un acto de honorabilidad frente a las críticas por su manejo del caso de Héctor Melesio Cuén Ojeda, la realidad es que este evento pone en duda toda su gestión al frente de la Fiscalía General del Estado.
El caso de Cuén Ojeda, exrector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, ha sido emblemático no solo por la notoriedad de la víctima sino también por las serias irregularidades en la investigación.
La Fiscalía General de la República (FGR) detectó inconsistencias graves que incluyen errores en la necropsia, manejo inadecuado de la escena del crimen y fallos en la preservación de evidencia. Estos errores son inaceptables en cualquier investigación, pero resultan aún más preocupantes cuando ocurren en un caso de tan alto perfil.
Este suceso genera preguntas inquietantes sobre cómo se han manejado otros casos bajo la dirección de Quiñónez Estrada.
Si en un caso tan visible como el de Cuén Ojeda hubo anomalías tan graves, ¿qué se puede esperar de la investigación de delitos menos mediáticos? Este caso sugiere la posibilidad de un problema sistémico en la Fiscalía, donde los estándares de calidad en las investigaciones podrían haber sido comprometidos en múltiples ocasiones.
La gestión de Quiñónez Estrada, que comenzó en noviembre de 2021, ha estado marcada por la lucha contra el crimen organizado en una de las regiones más afectadas por el narcotráfico en México.
Durante su mandato, la fiscalía enfrentó múltiples retos, desde la violencia relacionada con el narcotráfico hasta los delitos comunes que aquejan a la población. Sin embargo, la salida de Quiñónez Estrada bajo estas circunstancias pone en duda la efectividad de sus esfuerzos.
Su renuncia, motivada por la presión de una investigación fallida, es un reflejo de las limitaciones de su gestión y la necesidad urgente de reformar el sistema judicial del estado (Luz Noticias).La salida de Quiñónez plantea preguntas cruciales sobre el futuro de la Fiscalía General del Estado de Sinaloa.
La credibilidad de la institución está en juego, y el proceso de selección de su sucesor será determinante para restaurar la confianza pública. Es esencial que el próximo fiscal no solo tenga una sólida formación jurídica, sino también un compromiso inquebrantable con la transparencia y la justicia.
Además, este momento debería ser aprovechado para realizar una auditoría profunda de los casos manejados durante la gestión de Quiñónez Estrada.
Las deficiencias observadas en el caso de Cuén Ojeda no deben ser vistas como un incidente aislado, sino como una posible señal de prácticas inadecuadas que podrían haber afectado la resolución de otros delitos a lo largo de estos tres años.
La renuncia de Sara Bruna es más que la salida de una funcionaria; es un llamado de atención sobre el estado de la justicia en Sinaloa.
La transparencia, la rendición de cuentas y la integridad en las investigaciones criminales son pilares fundamentales de cualquier sistema judicial.
Cuando estos pilares se ven comprometidos, no solo se erosiona la confianza pública, sino que se socavan los cimientos mismos de la justicia
El próximo fiscal enfrentará una tarea monumental: limpiar la casa, restaurar la confianza y garantizar que los errores del pasado no se repitan.
Para la sociedad de Sinaloa, es vital que este proceso no sea solo un cambio de nombres, sino un verdadero cambio de dirección hacia una justicia más efectiva y transparente.
Ahora bien, ¿quién será el valiente que quiera llevarse la rifa del tigre?
EL PITONIZO
La declaración de José Luis Polo Palafox, presidente de la Federación de Abogados en Sinaloa, sobre la renuncia de Sara Bruna Quiñónez como Fiscal General, cobra un significado aún más profundo cuando se considera que estas palabras fueron pronunciadas en marzo de 2022.
Palafox compitió por el puesto de fiscal desde esa vez, expresó que Quiñónez no cumplía con el perfil adecuado para el cargo, argumentando que la transición de juez a fiscal requiere habilidades y conocimientos diferentes.
Esta crítica temprana sugiere que la falta de experiencia en áreas clave pudo haber contribuido a las deficiencias observadas en la resolución de casos durante su gestión.
Además, las acusaciones de que un funcionario dentro de los ministerios “tiene secuestrada” a Quiñónez, fomentando la corrupción, son particularmente preocupantes.
Estas afirmaciones plantean preguntas sobre el grado de autonomía e integridad con el que la fiscalía ha operado bajo su liderazgo.
Si estas denuncias son precisas, no solo se trata de una falta de capacidad administrativa, sino de una institucionalización de prácticas corruptas que podrían haber afectado la investigación de numerosos delitos en Sinaloa.
Este contexto subraya la importancia de seleccionar a los líderes judiciales no solo por sus credenciales académicas o experiencia previa, sino por su capacidad para enfrentar los desafíos específicos del entorno en el que van a operar.
En un estado como Sinaloa, donde el crimen organizado y la corrupción están profundamente arraigados, el liderazgo en la Fiscalía necesita ser fuerte, independiente y capacitado para llevar a cabo investigaciones rigurosas y justas.
La crítica de Polo Palafox, expresada en un momento en que él mismo aspiraba al cargo, subraya la necesidad de un cambio estructural y una mayor vigilancia para asegurar que los fiscales estén verdaderamente capacitados para enfrentar los desafíos que este tipo de contextos presentan.
A RECORDATORIO
En octubre de 2021, Juan José Ríos Estavillo, quien aún tenía tres años restantes en su periodo como Fiscal General de Sinaloa, fue presionado a renunciar antes de tiempo.
Aunque Ríos Estavillo presentó su salida como un retiro voluntario, hubo claras señales de que su renuncia fue resultado de exigencias externas y presiones políticas.
Ahora, con la reciente renuncia de Sara Bruna Quiñónez, motivada por un “oso jurídico” en la investigación del asesinato de Héctor Melesio Cuén Ojeda, la decisión de remover a Ríos Estavillo en su momento se pone en entredicho.
La gestión de Quiñónez, marcada por irregularidades y críticas, contrasta con la de Ríos Estavillo, quien, a pesar de las críticas recibidas, contaba con una trayectoria más estable dentro de la fiscalía.
El hecho de que se haya forzado la salida de Ríos Estavillo antes de tiempo, solo para enfrentar problemas mayores bajo la dirección de Quiñónez, sugiere que las decisiones tomadas en aquel momento pueden no haber sido las correctas.
Esta situación deja en evidencia las posibles consecuencias negativas de las decisiones políticas que interfieren en la autonomía de las instituciones judiciales, y cómo estas decisiones pueden, a largo plazo, afectar la efectividad de la justicia en el estado.
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Marco Antonio Lizárraga

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