Por Juan Manuel Partida Valdez
La realidad es apabullante y terrible, con un gobernador que sin descanso fortalece en la percepción pública su condición como político extremadamente corrupto y enfermo de poder.
Queda para siempre como constancia plena su “victoria” en la elección local con el apoyo total, violento y descarado del Cártel de Sinaloa para el que ahora trabaja como gerente de plaza.
Aunque Rubén Rocha Moya ha expresado públicamente su indignación porque en medios locales y nacionales se señale que fue impuesto por los narcos y trabaja para ellos, lo desmiente la irrefutable verdad de más de mil candidatos y activistas políticos “levantados” y amenazados durante la pasada elección, así como la operación de grupos armados que participaron muy activamente en la promoción del voto a favor de Morena y en el robo de paquetes electorales.
A su prioridad de servirle al narcotráfico hay que agregarle que, con sus honrosas excepciones, suma en su equipo de trabajo a cada vez más remedos de servidores públicos públicamente evidenciados como corruptos.
Ser ratero, mentiroso y desvergonzado son casi requisitos obligatorios en el gobierno de Sinaloa.
Porque se los recomendaron o porque se le pega la gana, el ejecutivo estatal solapa las raterías previas y actuales de sus funcionarios.
Nomás sus chicharrones truenan, contra las pruebas documentales de lo que robaron y roban.
Y así como traicionó al hoy exgobernador Quirino Ordaz Coppel, atacándolo con todo desde el Congreso del Estado durante la anterior legislatura local, hoy embate con fiereza singular a un Héctor Melesio Cuén Ojeda que lo cobijó como candidato y que por increíble que parezca se mantiene como Secretario de Salud estatal, a pesar de los furibundos ataques.
Menos de cuatro meses le duró a don Rubén el romance político y el dizque profundo agradecimiento por la abyección del líder indiscutible del Partido Sinaloense.
El gobierno de Rocha ha sido exhibido de manera brutal en numerosas mentiras y engaños.
Repetidamente aseguró que ya no se espía, pero con videos e imágenes se demostró la operación de un nuevo centro de espionaje estatal; y lo siguieron negando.
Sobre el desabasto de medicinas, el absurdo de presumir que lo del primer trimestre del año llegaría con casi tres meses de retraso, para terminar con que ni eso.
Tráficos de influencias que primero se rechazan, y que tras reconocerse quedan sin castigo como si hubiera sido una travesura.
Reiteremos la advertencia que hace más de un año hicimos: el exrector va con todo contra la Universidad Autónoma de Sinaloa, pues contra el engaño de “liberarla” en realidad la quiere bajo el control absoluto de su persona y de sus aliados de la cuarta transformación.
Qué se puede esperar de quien con un cinismo documental presentó una declaración patrimonial en la que segura que solamente tiene una casa y un carro, con el ocultamiento perverso de propiedades a su nombre con escrituras, actas notariales y registros públicos de la propiedad y de vehículos tanto del propio gobierno estatal como de ayuntamientos.
Enriquecimiento oculto, al que tenemos que añadir que tiene en su familia a varios millonarios casi súbitos y hasta perseguidos por la justicia.
Lo peor de todo es que Rubén Rocha Moya no solamente es un corrupto traidor y malagradecido, sino que no tiene llenadera.
Seguirá con sus otros datos y sus atoles, hasta donde el pueblo se lo permitamos. Mientras las corrupciones continúan y más inocentes sigan muriendo.