¿Cuál es la diferencia entre que Omar García Harfuch haya entrado con 10 mil soldados a Sinaloa o que no lo haya hecho? Ninguna. Lo mismo da. La violencia sigue imparable, igual o peor que desde el inicio.
¿Y de qué presumen en Palacio? De cifras dudosas: más de mil 500 detenidos, 106 narco laboratorios desmantelados, 3 mil 500 armas aseguradas, toneladas de droga decomisada… ¿y la vida real? Intacta: droga y alcohol las 24 horas, extorsiones, asaltos, asesinatos, levantones, robos de autos y comercios. Una espiral que arrasó con todo: cierre de miles de negocios, 20 mil empleos perdidos, 30 mil millones en déficit, cien mil personas expulsadas de Culiacán y la sierra.
Y la presidenta Claudia Sheinbaum, en su oráculo de absurdos, nos dice que la violencia es culpa de la sequía. Ha llovido a cántaros… y sin embargo, todo sigue igual. O peor.
Cada visita del gabinete de seguridad a Sinaloa es un mal augurio. Llegan con sendos anuncios y se van sin resultados: arriban, sesionan y se marchan dejando detrás un reguero de balazos, ejecuciones y levantones, como si la delincuencia aprovechara el reflector para recordarnos quién manda. Los transgresores no duermen, se mueven 24/7. Los 10 mil soldados, en cambio, parecen especialistas en siestas colectivas.
Entonces, ¿cuántos hacen falta para pacificar el estado? ¿20 mil, 50 mil, 100 mil? Ninguno, si el gobierno se empeña en “darle la vuelta a la vuelta”, como cantaban los Credence. Porque no es cuestión de números, sino de ir al cogollo de la mata. Y ahí no entran. Ahí no se atreven.
Ya pasó un año desde que estalló la guerra entre chapitos y mayitos y la única luz al final del túnel es la de los fogonazos en la oscuridad. Ni sus luces de gobierno.
Al final, la violencia en Sinaloa se parece a una fórmula algebraica: constante, infinita, inversamente proporcional a cualquier promesa oficial. La ecuación es simple y bestial: X = gobierno, Y = soldados, XY = violencia. Y en Sinaloa, esa violencia es la única constante.
La fórmula anterior es irrefutable. Mientras las cuentas del gobierno federal son muy de él; Es que en Sinaloa están reprobadas.
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