“No estimes el dinero en más ni en menos de lo que vale, porque es un buen siervo y un mal amo”. Alejandro Dumas (hijo)
EL DEBUT
La reciente aparición pública de Andrés Manuel López Beltrán como secretario de Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) no solo marca un hito en su carrera política, sino que también simboliza un cambio generacional en el partido.
Este evento se llevó a cabo en una asamblea informativa en Nuevo León, donde la presidenta nacional de Morena, Luisa María Alcalde, enfatizó la relevancia histórica de este momento, particularmente al celebrar la llegada de Claudia Sheinbaum como la primera presidenta de México.
En un ambiente cargado de expectativas, los militantes de Morena se congregaron en el Centro Internacional de Negocios (Cintermex) de Monterrey.
La figura de López Beltrán, hijo del expresidente Andrés Manuel López Obrador, inevitablemente atrae miradas, pero su debut fue marcado por una notable ausencia de declaraciones a la prensa y un perfil bajo en el evento.
Esta decisión podría interpretarse como una estrategia para no opacar el mensaje de continuidad y transformación que el partido busca proyectar bajo el liderazgo de Sheinbaum.
La presidenta nacional del partido, Luisa María Alcalde, subrayó que el liderazgo femenino en la política mexicana es un reflejo de la transformación que México está viviendo.
Su afirmación de que “cerramos una etapa histórica, pero también iniciamos una nueva” es una invitación a la militancia para adoptar un rol activo en lo que ella llama el “segundo piso” de la Cuarta Transformación.
Alcalde resaltó que la elección de una mujer como presidenta es un triunfo de la lucha social y de las mujeres, lo que añade un componente de responsabilidad a los militantes: apoyar a la primera presidenta de México.
La transformación política en México, iniciada por López Obrador, no se detiene, y los ciudadanos han respondido positivamente a esta nueva etapa al elegir a Sheinbaum. La presidenta del partido enfatizó la importancia de la honestidad y el compromiso social de la nueva mandataria, factores que, según ella, serán cruciales para enfrentar los desafíos venideros.
A pesar de su linaje, López Beltrán se enfrenta al desafío de demostrar que su influencia y liderazgo pueden trascender su apellido.
Su nombramiento como secretario implica la responsabilidad de movilizar las estructuras del partido a nivel nacional, una tarea que requiere no solo carisma, sino también habilidades de liderazgo y la capacidad de unir a un partido que ha crecido rápidamente y ahora cuenta con una base de apoyo diversa y en ocasiones fragmentada.
El papel que desempeñará será crucial en las próximas elecciones de 2027, donde Morena se plantea objetivos ambiciosos, como la conquista de estados estratégicos como Nuevo León y Chihuahua.
Estos estados representan no solo oportunidades electorales, sino también la posibilidad de afianzar el dominio político del partido en regiones donde la oposición ha mostrado fortaleza.
La capacidad de López Beltrán para involucrar y movilizar a los militantes será esencial para alcanzar estas metas.
A medida que el partido se adentra en esta nueva fase, queda la incógnita de cómo López Beltrán podrá consolidar su liderazgo.
Si bien es hijo de un expresidente, deberá demostrar que su contribución al movimiento va más allá de la herencia familiar.
Los votantes y militantes de Morena buscarán autenticidad y resultados, y el éxito de López Beltrán dependerá de su capacidad para conectar con las preocupaciones y aspiraciones de la población.
La próxima etapa para Morena, bajo la presidencia de Claudia Sheinbaum y con López Beltrán al mando de la movilización, promete ser un periodo de gran actividad política y social.
Será un momento decisivo para reafirmar los ideales de la Cuarta Transformación y demostrar que el cambio es un proceso en constante evolución, con nuevas voces y liderazgo, incluso entre las nuevas generaciones.
EL DEDO EN LA LLAGA
La decisión del excandidato a la presidencia municipal de Mazatlán, Guillermo Romero, de presentar un recurso de apelación ante la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) marca un momento significativo en la política local. Tras los comicios del pasado 2 de junio, Romero busca revisar los resultados que, según él, están manchados por irregularidades.
Romero, quien se postuló por la Coalición Fuerza y Corazón por Sinaloa, sostiene que obtuvo más de 80 mil votos y confía en que la Sala Superior, como máxima autoridad electoral, tomará en cuenta las pruebas presentadas por su equipo legal. Su declaración de que “no descansaremos hasta que la verdad salga a la luz” subraya su determinación de luchar por lo que considera una injusticia hacia los ciudadanos que apoyaron su candidatura.
El excandidato argumenta que la negativa de la Sala Regional del TEPJF en Guadalajara de revisar las pruebas de presunto fraude electoral es una muestra de la falta de atención a las quejas legítimas de los ciudadanos.
Este descontento no es único de Romero; refleja un clima generalizado de desconfianza en el sistema electoral que ha crecido en los últimos años.
En un contexto donde la transparencia y la integridad electoral son fundamentales para la democracia, las afirmaciones de fraude, si no se abordan adecuadamente, pueden socavar la legitimidad de los procesos democráticos.
Romero destaca que esta es una oportunidad para revertir lo que considera un fraude electoral y apela a las autoridades para que actúen con responsabilidad y justicia.
La respuesta de la Sala Superior será clave no solo para el futuro político de Romero, sino también para la confianza pública en el sistema electoral.
Si se demuestra que hay irregularidades significativas, esto podría tener repercusiones en la credibilidad de las instituciones electorales y en la relación entre los ciudadanos y sus representantes.
En un país donde la política ha estado marcada por escándalos de corrupción y disputas electorales, la impugnación de Romero podría ser un llamado a la acción para otros candidatos que se sientan agraviados por el proceso electoral.
La lucha por la transparencia y la justicia electoral no solo beneficia a los involucrados directamente, sino que también es esencial para fortalecer la democracia en su conjunto.
A medida que avanza el proceso de apelación, será crucial observar cómo responden tanto las autoridades electorales como los partidos políticos.
El resultado no solo definirá el futuro de Guillermo Romero, sino que también podría sentar un precedente sobre cómo se manejan las disputas electorales en Sinaloa y en todo México.
CON MELÓN O CON SANDÍA
El gobernador Rubén Rocha Moya ha confirmado que el próximo titular de la Secretaría de Turismo de Sinaloa será una mujer, y actualmente se barajan dos nombres: María Elizalde Ruelas, alcaldesa de Mocorito, y Celia Jáuregui Ibarra, exdiputada local.
Ambas figuras políticas tienen trayectorias destacadas, aunque con enfoques distintos, lo que plantea un análisis sobre sus perfiles y cómo podrían contribuir al desarrollo turístico del estado.
María Elizalde Ruelas ha centrado su gestión en el impulso al turismo cultural y social en Mocorito, consolidándolo como un Pueblo Mágico atractivo para el turismo regional.
Bajo su administración, se han realizado festivales culturales y eventos que fomentan la identidad local, además de fortalecer la infraestructura y los servicios básicos del municipio.
Con un cambio reciente hacia Morena, ha estrechado sus relaciones con el gobierno estatal, lo que la posiciona como una figura cercana al proyecto político de Rocha Moya. Su enfoque en la promoción cultural sugiere que podría fortalecer el turismo comunitario a nivel estatal.
Celia Jáuregui Ibarra, por otro lado, tiene una carrera más enfocada en la política legislativa, con experiencia en la 64ª Legislatura del Congreso del Estado, donde se mantuvo ocupada en temas como transparencia y desarrollo social.
Desde su posición, ha demostrado habilidades para gestionar recursos y articular políticas públicas en este sector del estado.
Además, su profundo vínculo con Mazatlán, uno de los destinos turísticos más importantes de Sinaloa, le otorga un conocimiento privilegiado sobre las necesidades del sector turístico en esa región.
Su ambición política también se refleja en su intención de competir por la alcaldía del puerto en 2024, lo que muestra su disposición para asumir desafíos ejecutivos.
Ambas candidatas representan opciones viables, aunque con diferentes enfoques. Si la prioridad es consolidar el turismo regional y cultural, Elizalde podría ser la candidata adecuada.
Por el contrario, si el objetivo es implementar políticas públicas con un enfoque más amplio y estructural, Jáuregui aporta la experiencia legislativa y un conocimiento profundo del entorno turístico de Mazatlán.
La decisión final dependerá del enfoque estratégico que el gobierno quiera dar al desarrollo turístico en Sinaloa.
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