“Tengo mucho respeto, mucho cariño y mucho agradecimiento a esta familia”, es la nueva declaración de amor de un traidor consuetudinario.
Aunque usted no lo crea o le resulte imposible de entender, así se refirió este viernes el gobernador Rubén Rocha Moya a Héctor Melesio Cuén Ojeda y a sus consanguíneos.
Sucedió durante la inauguración de BeisBox en Mazatlán, con el ejecutivo estatal como invitado especial.
La inevitable pregunta de qué es lo que sucedió para que Rocha parezca cambiar de manera tan rotunda frente a un Cuén Ojeda al que reiteradamente fustigó de manera furiosa y cesó de manera perversa como secretario de salud del gobierno estatal.
¿Hubo jalón de orejas de Morena nacional a Rubén Rocha?
¿Busca el gobernador reeditar el úsese y tírese?
¿Pretenden Cuén y Rocha un récord mundial del cinismo?
¿Hay un nuevo pacto de complicidades contra los intereses de Sinaloa?
¿Rubén traga mierda en busca de aliados ante las exhibidas de su narco gobierno?
Cada quién tendrá sus respuestas, y vale la pena hacer una breve remembranza sobre esta relación tan polémica.
Hay varios videos que se hicieron virales en los que el entonces senador de la república señaló a Cuén como un cacique corrupto, y lo reafirmó luego ya como titular del ejecutivo estatal.
Recordemos a Rocha el 23 de febrero durante el informe de labores de la rectora de la Universidad Autónoma de Occidente.
“Por eso es muy importante cuando les digo yo que también desde adentro se puede violar la autonomía; cuando un consejo universitario, cuando una autoridad admite que alguien de afuera les dicte cosas; que alguien que no es rector, que no es autoridad, que ya ni siquiera tiene nada que ver ahí, le ordene qué hacer; cuando un partido político llega a la universidad y se monta en la estructura normal de la universidad, viola la autonomía; atenta contra la pluralidad que debe haber en la universidad, y contra la diversidad que debe haber en la universidad”.
Por si alguna duda quedaba, el remate con un “reitero; cuando eso no ocurre, cuando no admites tú que ya estás nombrado y eres legítimo, y dudas si le das chanza a alguien más que te diga qué hacer, no se vale. Algunos van a decir que soy demasiado obvio, sí soy demasiado obvio y tiene esto un mensaje”.
Una semana después, en su semanera del primero de marzo, un ataque directo y brutal de Rocha contra su “respetado” y “querido” amigo al que asegura le tiene mucho agradecimiento:
“Yo lo primero que deseo es que ni se infecte la gente, ni se contagie; mucho menos vaya al hospital o fallezca. Esa es mi tarea principal y en eso estamos empeñados. Hay otros que le dan vuelo a la negatividad, por cierto, pero la negatividad de que en efecto ojalá que pasara esto y aquello para culpar a fulano. Vamos a hacer una evaluación responsable y real, más allá de lo que quieran pensar actores que a veces lamentablemente están en el centro de la responsabilidad de cuidar a la gente; están deseando que las cosas se conviertan en una catástrofe. Yo espero que eso no ocurra, que no les dé satisfacción la realidad”.
Dos citas, de muchas, que refieren con puntualidad a un gobernador que una y otra vez acusó a Héctor Melesio de ser lo peor de lo peor.
Agreguemos las dos alcaldesas y los tres diputados locales que renunciaron al Partido Sinaloense para pasarse a Morena.
Por increíble que parezca, la postura oficial y pública del PAS era de que la alianza iba de maravilla y que Rubén y Melesio casi vivían juntos en un depa.
Llegó entonces el inevitable rompimiento, con el cese de Cuén Ojeda.
Un pretexto miserable que Rocha creyó le venía como anillo al dedo, la exigencia de que Héctor Melesio retirara dos denuncias, una inexistente y otra vigente por decisión de la parte contraria.
“Tengo mucho respeto, cariño y agradecimiento”…
¡Tiembla, Polo Polo!
La desvergüenza de Rubén Rocha es muy conocida.
Lo que asombra cada vez más es la falta de dignidad que muestra Héctor Melesio Cuén.
Hace casi un mes afirmó que de las traiciones se aprende, pero está claro que como alumno su calificación es de cero.
La histórica frase de “París bien vale una misa”, actualizada a “una senaduría bien vale otra traición”.
Ingenuidad que rebasa los límites de la ridiculez.