“El presente es la viviente suma total del pasado”, Thomas Carlyle
DISYUNTIVA
A dos años de la elección de 2027, las fuerzas políticas tradicionales en Sinaloa —el PRI y el PAN— enfrentan una crisis de representación que los coloca en una posición de clara desventaja frente a Morena. Con César Emiliano Gerardo Lugo al frente del PRI y Wendy Barajas Cortés encabezando al PAN, ambos partidos arrastran una realidad incómoda: no cuentan con una figura fuerte, reconocida ni aglutinadora que pueda erigirse como una candidatura competitiva, ya sea común o propia.
Esta falta de liderazgos no es un fenómeno nuevo, pero sí se ha agudizado tras la consolidación de Morena como fuerza dominante en la entidad, capitalizando el desgaste de los partidos de siempre. Mientras Morena, con la figura del gobernador Rubén Rocha Moya como referente de poder territorial y con una estructura política activa, mantiene la iniciativa, PRI y PAN se ven atrapados entre la necesidad de reinventarse y la imposibilidad de hacerlo sin rostros que encarnen ese cambio.
César Emiliano Gerardo Lugo ha tenido el reto de intentar mantener la estructura del PRI a flote en un escenario de abandono progresivo.
Los cuadros priistas se han dispersado, muchos se han acercado a Morena buscando oportunidades otros al Partido Verde que dirige Ricardo Madrid Pérez, y la militancia muestra desconfianza hacia una dirigencia que no ha logrado ofrecer una visión renovada.
El reto de César Gerardo es buscando reanimar a las bases, que siempre fueron desfasadas, más en la anterior dirigencia que no salió nunca de Culiacán una vez que pasó la elección pasada. Y esto provocó que el PRI se enfrenta a una de sus etapas más grises en la historia reciente.
En el caso del PAN, Wendy Barajas Cortés tampoco ha logrado consolidar un proyecto con proyección, durante un tiempo uso como bandera al excandidato a presidente municipal Guillermo Romero, hasta que este le “paró los tacos”.
Su partido permanece con una estructura debilitada, pues apenas la está construyendo lo que marca la falta de interlocutores visibles que conecten con el electorado. El PAN en Sinaloa ha sido un actor secundario en los últimos procesos y, aunque ha intentado alianzas, su presencia política es difusa y poco contundente.
La ausencia de una figura común o una posible candidatura compartida entre ambos partidos para 2027 refleja no solo la falta de unidad, sino también la pérdida de influencia en la toma de decisiones políticas locales. Esta fragmentación los pone en una encrucijada estratégica: ¿apostarán por una alianza sin liderazgo o competirán cada quien por su cuenta sabiendo que eso significaría una derrota asegurada?
Morena, por su parte, podría repetir la fórmula que lo ha hecho ganar: mantener la cohesión, definir pronto sus candidaturas y aprovechar el vacío opositor. Si el PRI y el PAN no logran construir, desde ahora, una narrativa convincente, con vocerías sólidas y propuestas claras, el 2027 será una contienda de trámite para Morena.
El tiempo corre y las definiciones no pueden esperar mucho más. PRI y PAN deben decidir si serán actores incidentales o si, pese a todo, pueden encontrar una figura que represente no solo una candidatura, sino un nuevo proyecto político que recupere la confianza ciudadana. Hasta hoy, esa figura no existe.
El asunto es que todavía en estos momentos, ya el PRI y el PAN están buscando más que recuperar el poder en estar buscando las plurinominales para llegar aún más debilitados a un Congreso o a una regiduría en algún municipio.
Las anteriores dirigentes del PRI y del PAN están en el Congreso local como diputados plurinominales, y esto ha venido realizándose desde el 2018, siendo gritos en el desierto sus participaciones estériles en tribuna.
Sino ahí de muestra que, en ambos casos, los dos líderes de partido son regidores en Ahome y Mazatlán respectivamente, y desde ese sitio están buscando construir un camino que se antoja difícil.
El tiempo se agota, y si no hay una fortaleza real de sus bases, que consoliden proyectos, estos partidos no tendrán oportunidad de hacer algo en las próximas elecciones.
Tiempo al tiempo.
PASO A PASO
La Universidad Autónoma de Sinaloa ha dado una muestra clara de apertura, diálogo y responsabilidad institucional al convocar al Consejo Intercamaral de Culiacán como parte del Foro Universitario para la Construcción del Plan de Desarrollo Institucional Con Visión de Futuro 2029 y el ambicioso Proyecto UAS Visión 2050. Esta iniciativa representa un ejercicio ejemplar de planeación estratégica incluyente, en el que la academia deja de estar aislada y se vincula de manera proactiva con las necesidades reales del entorno económico y social.
Este encuentro, encabezado por el secretario académico de la UAS, Sergio Mario Arredondo Salas, tiene un profundo significado: la universidad no solo está construyendo un plan interno, sino que está abriendo las puertas para que los actores clave de la economía sinaloense participen activamente en la definición de su rumbo. El gesto de escuchar, analizar e integrar propuestas del sector empresarial fortalece la pertinencia de la educación superior y subraya el papel central que juega la Casa Rosalina en la formación de profesionistas útiles, éticos y preparados para los retos del futuro.
Entre los temas abordados por los líderes empresariales destacan las prácticas profesionales, la vinculación real y constante con las cámaras y organismos productivos, así como el fomento al emprendimiento joven y la inserción en sectores clave como la agricultura. Estas propuestas no son menores: son, de hecho, catalizadores de una nueva etapa para la universidad, donde el aula se encuentra con el mercado laboral, y donde los estudiantes reciben una formación integral con base en la experiencia práctica.
Las palabras del rector Jesús Madueña, transmitidas por Arredondo Salas, sintetizan el espíritu de esta estrategia: “ir al encuentro con los sectores económicos y sociales”, no desde la imposición, sino desde la escucha, la colaboración y la búsqueda de soluciones compartidas. Esta visión rompe con paradigmas obsoletos y coloca a la UAS como una institución moderna, sensible y comprometida con el desarrollo sustentable de Sinaloa.
Además, el reconocimiento de los logros alcanzados en ámbitos como la investigación, la cultura, el deporte y la docencia refuerza la legitimidad de este proceso. Lejos de partir de una carencia, la UAS construye desde su fortaleza, pero con humildad para mejorar, ampliar horizontes y consolidar alianzas.
El llamado de líderes como Fausto Ruelas, Guadalupe Zavala y Roberto Bazúa no solo fue bien recibido, sino que fue tomado como una oportunidad de oro para estrechar la relación universidad-empresa-comunidad. La disposición al diálogo y la voluntad de contribuir al futuro de miles de jóvenes sinaloenses son evidencias de que cuando se articulan intereses comunes, el resultado es una sociedad más justa, productiva y cohesionada.
En tiempos donde muchas instituciones se cierran sobre sí mismas, la UAS da un paso adelante. Este foro no solo es un evento; es una declaración de principios, un acto de corresponsabilidad y una apuesta por un Sinaloa donde la educación superior sea la palanca del cambio y la prosperidad compartida.
APOYO
En Sinaloa, hay gestos que no necesitan reflectores porque hablan por sí solos. Uno de ellos es el trabajo constante del Sistema DIF Sinaloa, que bajo la conducción de la Dra. Eneyda Rocha Ruiz ha hecho de la solidaridad no una pose política, sino una práctica cotidiana, permanente y profundamente humana.
La instalación del Centro de Acopio Permanente no es una medida de emergencia ni un acto aislado: es una decisión de fondo. Es entender que hay familias que todos los días enfrentan carencias, que las crisis no avisan y que hay sectores de la población que no pueden esperar al discurso de ocasión para recibir ayuda. Aquí no se trata de protagonismos, sino de compromiso real.
La invitación a donar ropa, alimentos, artículos de higiene y medicamentos es simple, pero poderosa. No es solo un llamado al altruismo; es una convocatoria a ejercer ciudadanía desde lo más básico: compartir. Porque la ayuda no está en lo mucho que uno pueda dar, sino en la voluntad de no mirar hacia otro lado cuando alguien necesita.
La operación de este centro —que respalda acciones como las Brigadas del Bienestar y la atención en emergencias— es también una forma de blindar el tejido social. Fortalece la empatía, crea comunidad y manda un mensaje claro: en Sinaloa no caminamos solos.
En tiempos donde abunda la indiferencia, vale la pena reconocer que hay instituciones que siguen apostando por la cercanía, la escucha y el servicio. Y cuando eso sucede, la solidaridad deja de ser palabra bonita para convertirse en acción concreta. Eso es lo que realmente cuenta.
Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/entre-veredas/.