Irresponsable y mentirosa, por decir lo menos, se ha visto la Fiscal General de Sinaloa al “informar” a la sociedad sobre el infame asesinato del periodista Luis Enrique Ramírez Ramos.
Resultan inconcebibles las contradicciones de Sara Bruna Quiñónez Estrada.
De acuerdo con el informe forense los primeros reportes noticiosos señalaban que el cuerpo, en esos momentos sin identificar, presentaba heridas de bala y huellas de tortura.
Pero la fiscal nos dijo inicialmente que Luis Enrique solamente sufrió golpes, y que la causa de su muerte fue por traumatismo craneoencefálico.
Luego tuvo que desmentirse para corregir y señalar una herida de bala en la pierna.
Como si estuvieran vacilando, se nos han dado tres versiones diferentes en torno a la hora y el lugar en que el periodista Ramírez Ramos fue herido, golpeado y “levantado”.
Que salió como a las tres de la mañana de su casa el jueves y que tuvo una discusión acalorada con algunas personas.
Se nos ha dicho también que la privación de su libertad, ya con el reconocimiento de la herida de bala, sucedió el miércoles por la tarde.
O que fue durante la noche.
Las contradicciones oficiales tan burdas nos evidencian a una fiscalía que de manera increíble no toma con la obligada seriedad la investigación sobre un crimen que nos agravia y ha creado conmoción local, nacional e internacional.
Los sinaloenses no merecemos a una fiscal incompetente y valemadrista que nos informa de oídas sin revisar los peritajes del caso o que nos miente con el mayor de los descaros.
En esas manos están nuestras esperanzas de procuración de justicia, y en ello el temor de que con sus otros datos terminemos en impunidad absoluta, con chivos expiatorios o motivaciones del crimen a modo de quienes nos gobiernan.
Las preguntas son inevitables de por qué se nos miente con tan enorme irresponsabilidad y de por qué tan escasa dignidad de una fiscal arrodillada públicamente desde el gobierno de Sinaloa.