Chispazo

El PRIAN cree que avanza con el desgaste del régimen

Es cierto: la oposición partidista se quedó sin margen, sin presupuesto y sin credibilidad. Pero hay una paradoja que arde: si el PRI y el PAN no han hecho nada por reconquistar a los ciudadanos, MORENA sí ha logrado que muchos empiecen a pensar que antes estábamos menos peor. No por mérito opositor, sino por hartazgo del nuevo régimen.

A estas alturas, la decepción ante un gobierno con clara tendencia autoritaria y signos de descomposición temprana no significa que el voto vaya a volver nostálgico al pasado. La gente no olvida a los que la traicionaron, pero empieza a detestar a los que la engañaron prometiendo redención, un país sin corrupción, sin violencia y con desarrollo pleno. Uf!!

El problema de los opositores es que solo conservan el monopolio de la boleta electoral, desde donde intentan pescar votos inconformes o candidatos prestados. No hay proyecto, no hay músculo, no hay alma. Apenas unas voces sueltas que aún conservan credibilidad frente a dirigencias gastadas, sin legitimidad ni democracia interna. Una burocracia venida a menos.

Y si hablamos de los históricos satélites , Partido del Trabajo, Partido Verde, franquicias familiares y caciquiles, la historia es la misma: siglas al servicio del mejor postor o el régimen en turno. Son comparsas que le han costado mucho al país. El más claro ejemplo de la descomposición política qué, como el PRIAN anteriormente, MORENA adoptó de inmediato.
¿Y MORENA? Esa marca ha resultado peor que todas. Es el viejo PRI remasterizado, con todo el poder, todo el dinero y las decisiones dictadas desde la Presidencia, mejor dicho, desde “La Chingada”. Un partido de Estado con apariencia de movimiento popular. Supuestamente fuerte, pero con fisuras que ya son grietas: inconformidad entre sus militantes y un rechazo ciudadano que crece a ojos vistos. Les llegó rápido el desgaste.
Hoy la ironía no puede ser más filosa:
En México estamos mejor que la semana que entra.

Durante décadas los ciudadanos padecieron la soberbia, la corrupción y el fraude del PRI-gobierno. Ese antecedente enseña a distinguir los gestos, a oler la mentira, a reconocer la maquinaria que ahora se repite con otros colores y con el mismo tufo a poder absoluto. Muchos ya entendieron que no quieren otro PRI vestido de esperanza guinda.

El PRI y el PAN, entretanto, siguieron en modo burocrático, confiados en que podrían negociar con la 4T. No entendieron que López Obrador y Sheinbaum los usarían de piñata pública, despreciados en un Congreso sometido por la mayoría morenista. Y aun así, siguen igual de cómodos, esperando que el desgaste del régimen les devuelva el favor que nunca trabajaron.
La 4T, por su parte, mantiene viva su narrativa de odio: ricos contra pobres, izquierda contra derecha, “pueblo bueno” contra “enemigos conservadores”. En el centro de esa farsa ideológica colocaron al PRIAN, y el PRIAN se quedó ahí: inmóvil, sin base, sin calle, sin renovación.
No rectificaron, no se deslindaron de su pasado ominoso y se animaron a plantear un nuevo modelo para el país; vaya, ni siquiera regresaron a tierra. Siguen esperando que el pueblo los perdone porque los nuevos salieron peores. Grave error.

Cuidado: si Movimiento Ciudadano decide jugar en serio, oponerse al régimen con candidatos representativos de la sociedad civil, el voto inconforme podría volcarse en su favor. Y una alianza opositora real, con humildad y propósito, podría quitarle a MORENA la mayoría calificada en 2027.
El reloj político avanza y el país se le va entre los dedos al régimen. Y mientras los viejos partidos siguen mirando al espejo de su pasado, el ciudadano común ya no busca redentores: busca resultados. ¿En qué opciones? Ya veremos.

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Felipe Guerrero Bojórquez

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