Porque nos colmó la paciencia, señalé ayer con la dureza necesaria las verdades sobre el gobernador Rubén Rocha Moya y sus hijos corruptos.
Un video por facebook live sirvió para terminar de reventar el hilo.
Muy duro de principio a fin, poco más de cuarenta minutos.
La inevitable tristeza de llegar hasta aquí, tras fallar de manera estrepitosa nuestros intentos para que el gobernador reflexionara y corrigiera.
Lo hicimos desde nuestra columna, en pláticas con algunos de sus colaboradores y hasta con un mensaje directo por whatsapp.
Nada sirvió.
Rubén Rocha se mantuvo terco en el solapamiento de las corrupciones en su familia y en todo su gobierno.
La gota que derramó el vaso es, sin duda, la necedad de atacar a periodistas y medios de comunicación.
Su irresponsable y criminal solicitud de que “el pueblo” lo apoye contra sus enemigos de la prensa.
No se dejó ayudar, enfermo de poder y de soberbia.
Qué sigue, todavía no queda claro.
Dependerá en buena medida de la actitud de Rocha Moya.
Lo que no tiene ya vuelta de hoja es la confrontación con el gobernador intolerante, que crecerá si las agresiones continúan.
La presentación de denuncias formales ante diversas instancias.
Que Sinaloa, México y el mundo conozcan lo que realmente está sucediendo en nuestra entidad.
Caerle en sus semaneras para reclamarle personalmente su linchamiento contra periodistas.
Como ya dijimos: si se lleva, que se aguante.
A NADIE TOLERAMOS QUE SE ATAQUE A LA APS
A nadie le toleramos que ataque a nuestra Asociación de Periodistas de Sinaloa.
Desde el gobierno estatal se presionó a varios de nuestros agremiados para protestar en lo interno contra el pronunciamiento en que exigimos al gobernador cesar sus ataques.
Les dolió mucho que lo señaláramos como un potencial asesino de periodistas.
Hay que reiterar que ninguna exageración hay en ello.
El jefe del ejecutivo estatal ha incurrido de manera reiterada en la irresponsabilidad criminal de exponer a periodistas y medios ante la furia de los fanáticos y aliados de la cuarta transformación.
Lo señalamos entonces con razones de sobra.
Sí, los pleitos casi nunca son buenos.
Pero a veces son la única opción que queda, en lugar de seguir siendo omisos ante quien golpea sin razón y sin piedad.
Siempre hemos respetado las instituciones, pero nunca nos doblegamos ante quienes las usan para atacarnos y denigrarnos.
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