Soberbia, arrogancia y torpeza, consejeros de la ministra Yasmín Esquivel. En efecto, el asunto del plagio de la tesis de la ministra Yasmín Esquivel Mossa me parece que es el caso típico de un pésimo manejo en materia de comunicación política.
Al punto al que han llegado las cosas, a mi criterio, la salida que indica el sentido común y la lógica es que la Ministra presente su renuncia y se retire a la vida privada.
En este tema confluyen muchos elementos que, desde que empezó a abordarse por los medios, se podía anticipar que podría llegar bastante lejos. Como en efecto ha ocurrido.
La dama en cuestión debió ser honesta desde el primer momento. Ella tenía y tiene todas las piezas del rompecabezas. ¿Para qué esperar que el tema se convirtiera en algo morboso y desembocara en un escándalo bochornoso?
Ella y su familia, con la experiencia que dan los años y su vida en el servicio público, debió encontrar el camino más corto para frenar la espiral hacia el pantano.
Este caso, como otros que tiene como pieza central un alboroto que se ventila en medios, debe ser sometido a una lectura rigurosa y autocrítica. La honestidad por delante, no existe otro camino. Claro, se requiere olfato y decisión para enfrentar la realidad en la que el sujeto se ha metido.
Aquí, los elementos fueron apareciendo en la escena. El manoseo público implicó a instituciones cuya importancia de suyo hace que todo lo que tocan tenga una resonancia superlativa: la Presidencia de la República y la UNAM. Luego vino la SEP, y por supuesto la Corte.
Escenarios que no se pueden eludir, burlar o utilizar para asuntos personales manchados por la duda o lo inverosímil.
La enseñanza que deja la vida cotidiana es que cuando sucede una cosa como esta, entre más pronto se frene, se enfrente y resuelva con ejecutividad, verdad y valor, mucho mejor.
Cada día que pase el tema en manos de los medios sin una definición frontal y tajante, aumentará irremisiblemente el costo para él o los involucrados. Se convierte en una especie de factura que paga onerosos intereses. Y cada día y horas que transcurren, el costo crece de modo exponencial.
Para colmo, el asunto ventiló un flanco privado, que hundió más, mucho más, el descrédito de los protagonistas, la Ministra y su esposo. Y apareció la nuera del marido de Yasmín, el fallecido esposo de ella, el cuantioso patrimonio de la pareja trunca, el presumible tráfico de influencias de la acusada central… ¡uuuuf!
La señora Esquivel hoy tiene encima un peso gigantesco. Sus andanzas de estudiante, profesional del Derecho y funcionaria relevante, manchadas con la tinta indeleble del escándalo, la sospecha, el perjurio, la simulación y la torpeza.
Pero por encima de todo esto, una buena parte de la opinión pública que, si no la condena, al menos la ha colocado bajo la enorme lupa de la desconfianza.
GOTITAS DE AGUA:
En conclusión: todo esto, la sitúa en la mira de un linchamiento general implacable, inmisericorde. Uno que ya ocurrió en los medios. Y el otro, mudo. Este último, tal como están las cosas, la perseguirá hasta el infinito en su vida pública y privada.
¿Qué necesidad…?
Repito: la soberbia, la arrogancia y la torpeza, aparecen como explicaciones de un proceder gravemente erróneo.
Considero que, la única puerta de salida es la renuncia, por dignidad. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…
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