Sobre el Camino

Un primor negociado

No es fácil saber hasta dónde llegará el nuevo protagonismo de nuestros militares.

En el 2000, con la primera alternancia en el poder presidencial, muchos se preguntaron qué pasaría con el Ejército y la Marina. Acostumbrados durante décadas a gobiernos priistas, ¿cómo reaccionarían ante un gobierno de un partido distinto? Y reaccionaron con una institucionalidad admirable, en verdad, me sorprendió. Con lealtad a la Constitución, no a partidos ni a individuos.

Hoy el asunto es más complicado. Las fuerzas armadas han sido sacadas de la discreción que tuvieron a principios de siglo, y han adquirido un protagonismo que preocupa a muchos. Empezando por quienes forman parte de ellas.

No solo han salido de los cuarteles para pasar a las calles y a los medios de comunicación. Han sido severamente cuestionadas, no sabemos si con razones sólidas o no. Pero hay quienes dicen que miembros del Ejército, en la zona de Iguala, estaban estrechamente compenetrados con grupos criminales. Que no solo fueron pasivos en la noche si fueron secuestrados los 43 estudiantes de Ayotzinapa, sino que fueron protagonistas de esos secuestros y de los posteriores asesinatos.

No es fácil saber hasta dónde llegará el nuevo protagonismo de nuestros militares. Ni qué consecuencias tendrá. Tampoco cuáles serán los efectos jurídicos, por un lado, y en la opinión pública por otro, de esas acusaciones.

Es probable que las consecuencias jurídicas sean mínimas, o que de plano no se den. Que ningún militar sea considerado culpable y sancionado. O que lo sean unos pocos. Pero la opinión pública ya cambió en su percepción de las instituciones militares del país.

No es un cambio total ni uniforme. Habrá muchos ciudadanos que sigan teniendo una buena opinión de ellas. Pero muchos otros no. Cuando piensen en el Ejército y en la Marina pensarán en las acusaciones de complicidad activa en la desaparición de esos estudiantes. Y probablemente de muchos otros ciudadanos.

GOTITAS DE AGUA:

Se dice que el poder vuelve tontos a los inteligentes, y locos a los tontos. (¿Fue una frase de López Obrador cuando era candidato a jefe de Gobierno de la Ciudad de México?). Lo que haya de verdad en esa frase, puede aplicarse a los militares.

Puede ser que se esté jugando con fuego. Puede ser que se estén cruzando líneas que serán costosas para el país. Y que sea difícil regresar a la sana institucionalidad que tuvieron nuestras fuerzas armadas por décadas. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…

Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/sobre-el-camino/.

 

Benjamín Bojórquez Olea

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