Es grave que Andrés Manuel López Obrador sea un presidente corrupto y cínico, pero es mucho peor tener un pueblo masoquista que solapa y le aplaude al pinocho inservible, ratero y desvergonzado.
Para lo único que ha servido es para sus atoles y maromas, culpando de todos sus fracasos a los neoliberales y a los conservadores.
Vive del reciclamiento de promesas ya viejas e incumplidas, como lo vimos en su visita de ayer.
Lo del internet para todos comenzó a ofrecerlo desde el 2018, y quedó integrado como uno de los 25 proyectos “prioritarios” de su gobierno.
Cuatro años hace que aseguró que muy pronto tendríamos internet de banda ancha gratuito en plazas públicas, escuelas y hospitales de todo el país.
Hay escuelas que no tienen luz ni agua, y hospitales “inaugurados” hace meses pero que siguen sin funcionar.
Estos son solamente dos ejemplos, de muchos, sobre cómo “trabaja” la cuarta transformación.
La farsa disfrazada de esperanza que presenta como novedad lo que antes ya anunció y no cumplió.
Reconozcamos la coordinación con que operan los expertos engaña tarados.
Otra vez, el presidente López con expresiones de “confianza” y de “apoyo total” al gobernador Rubén Rocha Moya, en demagogia pura que no pasa de la retórica.
Enfrente, gobernador, alcaldes y diputados que casi lloran de la emoción por tener una vez más al hipócrita mayor en Sinaloa.
Todos unidos en seguirse burlando de los sinaloenses y mexicanos todos.
Los compromisos que sí cumplen son con el crimen organizado, al que protegen y es cogobierno.
Productores y comerciantes víctimas de los derechos de piso y de peaje.
Pagar a los criminales o “cuello”, es la alternativa.
El pueblo que se siga aguantando, al cabo que son muchos los ingenuos y los masoquistas.
Con spots en los que el mata niños repite que “no somos iguales”, las mentiras de siempre como parte de los preparativos del cuarto informe anual de gobierno.
Bombardeos en la televisión, la radio, el internet y las redes sociales para continuar con los engaños y con la farsa.
Mientras, nos siguen mintiendo, robando, traicionando y matando.
Hasta cuándo lo seguiremos permitiendo es una pregunta que nos obliga a reflexionar y actuar.
Saquémoslos a patadas del gobierno y reprochemos con dureza a los cómplices iguales de ratas que no hacen otra cosa que demandarnos a todos apoyar a nuestros narco gobernantes.
¿SE LE ACABÓ EL RENCOR?
Como queriendo matarnos de la risa, Rubén Rocha Moya acompañó la semana pasada al rector de la UAS en la inauguración del ciclo escolar y casi lo besa delante de todos.
Que los que queremos pleitos busquemos en otros lados, dijo.
Precisemos que para nada se le acabó el rencor y que decidió bajarle varias rayitas a la confrontación porque lomo le estaba haciendo falta.
No pudo doblar a Jesús Madueña Molina, pero le seguirá insistiendo.
Rubén odia casi a muerte a Héctor Melesio Cuén Ojeda, y lo seguirá madreando por arriba o por debajo de la mesa.
Quizás se tomen otro chocolatito, proclamando que son más amigos que un par de testículos.
Pero saben bien que no se engañan solos ni a nadie más.
Seguirán los madrazos, con los dos fingiendo públicamente que se profesan amor incondicional.
CORRECCIÓN O DESAPARICIÓN
Fue un parto muy complicado el del instituto para la “protección” de periodistas, y vive hoy una crisis que exige de correctivos inmediatos.
Si se tiene el interés de que realmente sirva, el presupuesto que se le asigne debe tener como prioridad mayor la de atender los riesgos de quienes estén amenazados y en peligro.
Dentro y fuera de este organismo, la decepción es creciente.
Hay quienes proponen un pronunciamiento colectivo de periodistas, expresando con claridad que no confiamos ni seremos cómplices.
Aplica también para los consejeros.
De nada sirve estar ahí, si son puro adorno.
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