Como lo comenté aquí en este espacio, en anterior ocasión hace más de 2 años Porfirio Muñoz Ledo concedió una entrevista a Proceso. El reportero Arturo Rodríguez lo cuestionó sobre temas de la coyuntura, para el político difícilmente se ceñía a un tema y dejaba que su memoria trajera recuerdos de su vasta trayectoria. Consciente de su edad, entonces 88 años, pidió reservar sus dichos de mayor alcance para publicarlos después de su muerte.
A la luz de su experiencia en diversos sexenios de cercanía con el poder, hizo una fuerte crítica a la conducción del Ejecutivo en la segunda parte de su sexenio y de cara a la sucesión de 2024. En marzo de 2021, relegado ya de la “Cuarta Transformación” que no lo quiso reelegir diputado, Muñoz Ledo y Lazo de la Vega trataba de construir un movimiento interno en Morena que confrontara y presionara a AMLO.
Su punto de partida era que las presiones que tenía el presidente de la República procedían de la derecha o de Estados Unidos, a las que reaccionaba polarizando más, rechazando el diálogo con sus opositores y las fuerzas del poder en el país.
Con eso, decía, la llamada “Cuarta Transformación” se mantenía oponiéndose a las premisas de una izquierda democrática.
La entrevista con Muñoz Ledo sucedió el 31 de marzo de 2021 y estuvo centrada en la idea de una nueva cruzada cuyo punto de partida era el arribo a la dirigencia de Morena de Mario Delgado, un proceso atropellado que lo dejó en el camino, pero derivó al presidencialismo, las sucesiones y las relaciones que tuvo con otros presidentes. De repente hizo un alto para pedir que las tres horas de conversación que no eran de coyuntura no se publicaran de inmediato si no se quedaran, explícitamente conscientes de sus entonces 88 años de edad, para “cuando ya no esté”.
El pasado 9 de julio quien fuera actor protagónico de la política nacional durante 10 sexenios falleció.
Tras de sí, una historia que lo condujo de la élite intelectual del antiguo régimen a la diplomacia; de los juveniles certámenes de oratoria a los momentos clave del parlamentarismo mexicano; de las aulas en la UNAM y la Soborna, donde fue alumno de Maurice Duverger, a inaugurar una cátedra sobre regímenes políticos en El Colegio de México; de ahí a ser secretario de Trabajo y luego de Educación para convertirse pieza clave del encauzamiento de la izquierda partidista a finales de los ochenta. Muñoz Ledo fue una figura imprescindible de la transición democrática desde que, en 1987, cuando junto a Ifigenia Martínez, Cuauhtémoc Cárdenas y otros priistas, provocaron la primera ruptura del sistema hegemónico al fundar la Corriente Democrática en 1986, postular a Cárdenas a la Presidencia y luego fundar el PRD. Apoyó la candidatura de Vicente Fox bajo la promesa de una Reforma de Estado que no se cumplió, fue embajador ante la Unión Europea y renunció para sumarse a López Obrador en su primera postulación y en 2017 se afilió a Morena, partido por el que fue diputado en 2018, presidente de la Mesa Directiva que tomó la protesta y colocó la banda presidencial a AMLO. Afirmando: “Lázaro Cárdenas hizo la transformación más importante del país”.
Para él, López Obrador debía transitar en la recta final de su mandato de la polarización al consenso y advertía: “De no hacerlo obligaría al próximo gobierno una reforma radical en su contra”. Cualquiera que llegue, Andrés Manuel no está entendiendo que hay un sistema sucesorio en la historia contemporánea en el que el presidente llega a afirmar su autoridad los primeros tres años y los tres siguientes a buscar una solución de futuro. Un hombre que ha cultivado tal cantidad de aduladores es el primero que puede equivocarse.
GOTITAS DE AGUA:
Y, para cerrar con broche de oro, según Muñoz Ledo, los presidentes todos tuvieron un freno a la adulación, excepto Gustavo Díaz Ordaz, quien, con su espíritu caudillista, presidencialista extremo, con algo de policía político y el leguyelismo que le era propio, se excedió. Desde entonces, el sistema político entendió el exceso. No hay que dar las peleas que no vayas a ganar. O sea, entra a los desafíos cuando tengas claro el terreno que pisas, cuando sepas lo que vas a enfrentar y cuáles serán los resultados. El que entendió, entendió. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…
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