Una de las mayores preocupaciones para quienes vivimos en la Capital sinaloense, es la relacionada con el transporte público, un servicio indispensable para la movilidad en las ciudades, pero en el que cada día hay mayores áreas de oportunidad respecto a las acciones que deben emprender las autoridades, como para el servicio que demandan los usuarios.
Y es que las quejas ciudadanas difundidas a través de las redes sociales, e incluso en los propios medios de comunicación, no mienten. Camiones sin placas, echando carreritas, sacando humo, con asientos sucios y rotos; choferes platicando por teléfono y hasta whatsappeando; malos tratos y asaltos frecuentes, son algunas de las inconformidades más recurrentes de los usuarios.
La realidad es que se requiere este servicio para el correcto desarrollo de las actividades diarias de muchas personas, ya que el exponencial crecimiento urbano también ha provocado un incremento sustancial en las distancias de los viajes y los tiempos de traslado, lo cual dificulta el uso de medios alternativos para desplazarse que no sea el de vehículos motorizados.
Pero, a pesar de la imperante necesidad que hay de usar el transporte público, la ciudadanía no está satisfecha con él. Según la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en la zona metropolitana de Culiacán el 65% de los habitantes reprobaron el servicio del transporte público en general.
Al respecto, el 70% de las personas consideran que no hay espacio confortable para viajar, 30% que las rutas son insuficientes y 70% creen que las unidades no están en buen estado, limpias y funcionales.
¿Qué tendrá que decir al respecto el director general de Vialidad y Transportes del gobierno del estado de Sinaloa, Miguel Loaiza Pérez? ¿Habrá complicidad por las autoridades, o bien, se pudiera decir, que están muy acoplados y negociado con los líderes transportistas?
Lo cierto es, además, de que tan solo en lo que va del 2023 ya se han registrado casos de peatones y usuarios lesionados, incluso la muerte de una señora de 65 años de edad, que llevaba como nombre, María de Jesús, que, a mi criterio, no es cosa menor.
Se sabe que la gran mayoría de estos percances son ocasionados por el exceso de velocidad y la falta de precaución de los choferes, quienes desafortunadamente trabajan a contrarreloj.
Sin embargo, las autoridades municipales de la capital sinaloense también parecen ser omisas ante estos hechos, ya que según números oficiales ningún automovilista -del servicio público o particular- ha sido multado por exceder los límites de velocidad en zonas donde la máxima para circular es no mayor a los 40 kilómetros por hora (km/h).
GOTITAS DE AGUA:
Considero que, la responsabilidad es compartida con los demás órdenes de gobierno, pues también es necesario mejorar el sistema de emisión de licencias para garantizar la correcta capacitación y habilidades de los choferes.
Además, se requiere que haya una mayor conectividad, que permita reducir el gasto por familia en los traslados al trabajo, a la escuela y a las actividades cotidianas.
Pero más allá de todo, se necesita una intervención profunda en la operación del transportepúblico para que se coloque a los usuarios verdaderamente en el centro de las preocupaciones de los concesionarios y, desde luego, de las propias autoridades. Lo considero urgente poner en el centro a los usuarios y lograr un trabajo coordinado con las autoridades de los tres órdenes de gobierno. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…
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