El Presidente Andrés Manuel López Obrador, en una de sus maneras tan características de hablar, llamó Fifís a los elegantitos de sus adversarios tomando esa palabra en desuso como su favorita.
A su vez, en la ciudad de México, después de las elecciones del 2018, los contras del presidente llamaron chairos a los seguidores de Andrés Manuel pertenecientes a una clase trabajadora de manera despectiva.
Chairo viene de chaira, que es una banda dentada que utilizaban o utilizan los carpinteros y carniceros para sacar filo a sus instrumentos de trabajo.
Lo cierto es, que el presidente es despectivo con todos los que no comulgan con sus ideas y los que marca como fifís le devolvieron el desprecio.
Clase alta y clase baja.
Yo no soy carpintero o carnicero.
Tampoco soy de la clase alta o elegantita.
Por tanto, no soy fifí y tampoco chairo.
Por tanta babosada de Andrés Manuel y sus contras, ando todo confundido queriendo encontrar mi propia clasificación. Le doy vueltas y vueltas y solo puedo llegar a concluir que soy un mexicano común y corriente, que no acepto que ningún estúpido me clasifique como si fuera ganado para la matanza.
Le repito señor Presidente, usted ostenta ese cargo y todos los mexicanos pensantes se lo reconocemos, aunque nos arda.
Usted ganó a pulso las elecciones del 2018 y se convirtió en el primer mandatario de la Nación.
Jamás lo desconoceré como tal y espero las elecciones del 2024 para depositar mi sufragio en favor de quién me dé la gana.
Espero que haya elecciones y que no vaya usted a tener la ocurrencia de seguir en el cargo, apoyado por sus seguidores donde incluyo al ejército y la Marina.
A veces lo pienso y me dan escalofríos.
Nací en un Estado de derecho en el año de 1945 y aspiro a morir siendo un mexicano envuelto por la democracia y sus instituciones.
Ni Fifí y tampoco Chairo.
No me acostumbro a las estupideces y repudió los calificativos que denosten y nos marquen.
Quiero que usted cumpla con su mandato, y sin más tramites, tenga a bien marcharse a ese ranchito que usted bautizó como La chingada.
Allá lo quiero ver y sin que tenga ser yo el que lo mande.
Quiero que solito agarre su caminito, y que cuando alguien pregunte por usted, le digan que se fue a la Chingada.
Sin ofensas de mi parte y con los mejores deseos para que goce de su retiro y de sus sueldos y otras percepciones acumuladas en el sexenio.
No creo que sea mucho pedir.
Cuente con mi apoyo para que no se desvíe del camino que lo conduzca sin escalas hasta LA CHINGADA.
Hasta mañana.
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