= Claro que no será fácil; pero hay que intentarlo
= Economía, educación y salud, en juego
= El inicio de la nueva semana, la oportunidad
= El llamado recurrente del gobernador Rocha
(Recibir un “like” como obsequio a un escrito siempre es agradable.
Cuando a ese “me gusta” se acompaña un comentario -negativo o positivo – es todavía mucho mejor. Algo así como un pequeño estímulo al esfuerzo que a nuestra edad implica el elaborar una columna periodística tres o cuatro veces por semana, sin importar la época del año.
Pero cuando ese “like” y ese comentario proviene de un sinaloense de la estatura de Diego Valadez Ríos, imposible ocultar la satisfacción que ello ocasiona.
“Esta crónica de Jorge Luis Telles es magistral; para una antología…”
Así se refirió este connotado jurisconsulto mazatleco, de corte internacional, sinaloense ejemplar, a nuestra columna del jueves próximo pasado, cuando, tras analizar la infinidad de aristas por abordar, optamos por lo más fácil: la situación vivida en Culiacán y los efectos dejados en nuestra sociedad ante un nuevo Jueves Negro, frescos todavía los recuerdos del 17 de octubre de 2019.
Gracias Diego…)
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Y bien.
La verdad es que, ante un evento de tal magnitud como lo fue la aprehensión de Ovidio Guzmán López, realmente es muy difícil que la vida en Culiacán -como en otros puntos del Estado – regrese a la normalidad de un día para otro. Cierto, con todo y los remanentes vividos en el curso del fin de semana, nuestra ciudad capital recupera la tranquilidad y las cosas vuelven a la regularidad; pero se trata de un proceso gradual que tomará su tiempo y el cual no se puede acelerar por decreto oficial.
Ahí está, por ejemplo, el operativo llevado a cabo durante la noche del sábado pasado que se extendió a un populoso sector de la ciudad, que incluyó a colonias populares y residenciales, como Miguel Hidalgo, Vegas, Aurora, Quintas y La Campiña. Operativo conjunto (fuerzas federales y estatales) que inició con las primeras sombras de la noche, con el sobrevuelo del mismo helicóptero artillado utilizado en la detención de Ovidio, en el poblado de Jesús María y al que se sumaron efectivos del Ejército Mexicano, la Guardia Nacional y la Policía Estatal, al mando de Cristóbal Castañeda.
Cierto, si ni tan siquiera a los gobernadores de los Estados se les notifica cuando se van a llevar a cabo acciones de esta naturaleza -práctica de siempre, más allá de los colores del partido en el poder -, mucho menos se toman la molestia de advertir a la ciudadanía sobre una movilización de esta naturaleza, causante de intranquilidad y pánico justificado, máxime cuando apenas han transcurrido un par de días del evento central.
Al operativo mencionado, hay que añadir el deprimente y patético espectáculo de los carros incendiados en distintos puntos de la ciudad (incluso todavía quedan muchos por las carreteras del Estado); saber de los robos de vehículos a mano armada en perjuicio de la población civil; de los establecimientos comerciales que han preferido mantener sus puertas cerradas; de los profesionistas que han hecho un alto en sus actividades y que decir de la sociedad civil, al experimentar una amarga clausura de las fiestas navideñas y fin de año, motivo el tradicional convivio de la rosca de Reyes.
El daño ha sido severo al tejido social -niños incluidos – y no se diga ya a los sectores económicos, cuyas afectaciones ya alcanzaron niveles serios a lo largo del fin de semana. Calles y avenidas registran una circulación vehicular y peatonal muy por debajo de los niveles habituales. Restaurantes y tiendas registran ventas sin comparación a la de años anteriores por las mismas fechas. No poca gente sigue resguardada en sus casas.
Aparentamos, en efecto, que ya todo pasó y que la tranquilidad ha regresado al núcleo familiar e incluso al social; pero la verdad es que no es así. Traemos una especie de daga clavada en el pecho, que molesta, que duele y que vamos a arrancar, cierto, en un momento dado; sin embargo aún no se dan las condiciones adecuadas para ello.
Insistimos, es un proceso gradual que dará resultados en su oportunidad; pero no al corto paso. ¿Qué más quisiéramos todos…?
En acato al llamado del gobernador Rubén Rocha estamos en ese intento y le metemos ganas, más lo vivido y lo que vivimos todavía no ha sido cualquier cosa. Para ser más claros, hablamos de la página más negra en la historia contemporánea de Sinaloa. Si no es que la peor.
¿Estamos?
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Ahora que.
Algo incuestionable y en lo que necesariamente deben coincidir tirios y troyanos es que, en lo político, esto ha sido un gran triunfo para el presidente Andrés Manuel López Obrador, sin duda el más grande de su mandato en materia de seguridad. Ya tiene su trofeo y lo presentará como tal ante Joe Biden, ahora que el presidente (46) de los Estados Unidos gira por nuestro México lindo y querido.
Una victoria con un desface de dos años y casi cuatro meses, que debió quedar escrita desde la tarde del 17 de octubre de 2019; pero que AMLO rechazó bajo el argumento de que la integridad de los habitantes de Culiacán estaba en la cúpula de la relación de prioridades.
Un triunfo, ciertamente, que ha costado muchas cosas; la más lamentable de todas, la pérdida de vidas humanas, en particular de efectivos del ejército mexicano y otras fuerzas de seguridad. Una victoria fincada en el pánico y la histeria colectiva, además de daños patrimoniales, de destrucción de vías de comunicación y de otro tipo de infraestructura; pero a estas alturas no había otro tipo de alternativas.
Decisión de AMLO que nos presenta, por otro lado, una modificación sustancial en su política de abrazos y no balazos, al firmar la detención del líder principal de la célula de los Menores -calificación del propio secretario de la Defensa Nacional – y que marca una nueva dirección, que de mantenerse pone en la mira a otros grandes capos de la mafia mexicana, cuya captura, hay que decirlo, también va a costar sangre, estropicios y daños a las generaciones actuales de nuestro país; sin embargo ya no hay otro camino.
Veremos.
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A manera de colofón.
Hoy es lunes 09 de enero, segunda semana oficial del 2023 y primera ya desde los acontecimientos del Jueves Negro, que tuvieron su epicentro en el poblado de Jesús María, así como en Culiacán y en otras ciudades del Estado.
Ya no podemos quedarnos mas en casa. Economía, educación, salud física y mental, entre otras cosas están en juego.
Conveniente acatar la convocatoria del titular del Poder Ejecutivo Estatal y redoblar nuestro esfuerzo para recuperar lo antes posible la tranquilidad de nuestras vidas. Insistimos: no es un proceso fácil, hacerle frente a nuestra inocultable realidad; pero hay que intentarlo de nuevo.
Valdrá la pena…Creo.
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