Respetables y respetados jefes de las bandas delincuenciales

En nombre de varios de mis vecinos y otros amigos de otros rumbos de la capital sinaloense, les enviamos una petición de clemencia para que trasladen sus campos de enfrentamientos lejos de nosotros y poder curar los temores que nos tienen al borde del pánico.

Son tantos los miedos que nos asaltan, que hasta las películas de rambo me alteran y brinco de la cama a los primeros balazos.

Para ustedes los que portan el pesado armamento y lo disparan es “pecata minuta” y son insensibles a los estruendos que provocan los enfrentamientos.

No queremos que se maten.

Deseamos que dialoguen y se den un apretón de manos.

Somos rehenes de sus corajes.

Los ciudadanos no merecemos quedar en medio de sus rencillas.

Escuchen la voz de nuestras familias.

Más que petición, es una súplica a los respetados miembros de la delincuencia organizada.

Nuestro presidente Andrés Manuel pactó con ustedes para darles abrazos en lugar de balazos.

Recuerdo que los amenazó con acusarlos con sus mamacitas.

Soy un ciudadano común y mis vecinos y amigos también.

No tenemos armas y tampoco sabemos usarlas.

No tenemos preferencias con ninguno de los grupos que hoy están agarrados de las greñas.

Somos gente que amamos nuestra ciudad y a Sinaloa.

Creemos que familiares muy cercanos y queridos de ustedes viven en Culiacán y pueden ser víctimas de sus corajes.

Hagan una tregua con los ciudadanos y paren sus acciones de guerra.

Anhelamos vivir en sana paz.

Quiero salir con mi familia sin andarme cuidando de quedar en el fuego cruzado de sus poderosas y mortíferas armas.

Atiendan esta humilde súplica.

Nuestros sacerdotes celebran misas para que la ciudad no sea prisionera de sus rencillas.

No los condenan, solo elevan oraciones para que ustedes nos brinden la quietud en nuestras vidas.

Dios es muy grande y también es el Dios de ustedes.

No conozco el nombre de los que encabezan esta sangrienta lucha.

Pero son personas nacidas de un vientre de mujer y por tanto saben del amor a la familia.

Les imploramos, los que nada tenemos de culpa, que permitan que la ciudad recobre la tranquilidad y se nos esfumen los miedos.

No queremos balazos y asesinatos.

Dios nos guarde e ilumine a los grandes jefes.

Hasta mañana.

Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/fax-del-fax/.

 

J. Humberto Cossío R.

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