Apartando los logros como gobernador, el Lic. Juan S. Millán fue un gobernador con espíritu de lucha y servicio, comprometido con la comunidad sinaloense, centrado en su labor política tanto gubernamental como sindical, sin miedos, visionario, innovador y abierto a los cambios.
Un hombre de “carne y hueso” que siempre buscó dar respuestas a los problemas y necesidades del estado, proactivo y buen administrador, capaz y orientado a logros.
Don Juan Millán siempre actuó con libertad, con congruencia; firme en sus decisiones, leal, empático y cercano a todo tipo de personas y expresión política, legitimó su poder, porque tuvo la visión, la virtud y el conocimiento necesarios que el pueblo en materia política requiere para alcanzar la ampliación de las avenidas dialoguistas.
La época de auge que presenció Millán Lizárraga ha sido inspiradora para muchos gobernantes que lo antecedieron, pero también fue un hecho; que tuvo grandes luchas políticas, donde acariciaba el ambicioso proyecto de un estado perfecto, para exponer la única tarea realizable.
A Don Juan Millán se le definió como un político verdadero, no del sofismo, pero generoso y fraterno con su familia y amigos, sintiendo y demostrando gran simpatía por los jóvenes y el deporte.
Millán, lejos de sus logros que forman parte del conocimiento público, fue un gobernante moderado, astuto y profundo, enemigo de discusiones inútiles, se limitaba a contestar con monosílabos, lo que daba como resultado un diálogo permisivo y libertario.
Millán se caracterizaba en el mundo de la unidad y el orden, en el arte de la crianza de rebaños que hoy en día figuran tanto en izquierda como en derecha. En pocas palabras, diversificó la política.
La grandeza de Don Juan Millán está en lo inmenso de su corazón y en la pureza de sus sentimientos. En la fuerza interna que a diario encuentra para luchar por ser mejor con él mismo y con los demás. En la integridad con que puede llegar a realizar las cosas que hace y que dejó como gobernante de Sinaloa. En el empeño que lleva a cabo para darle lo mejor a su familia, amigos y seres queridos. Lo hace grande la sabiduría que ejerce para tomar las mejores decisiones y la inteligencia que posee para saber discernir lo bueno y lo malo. Lo hace grande el trabajo que ejerce sin importar cuál sea y el sacrificio que entrega muchas veces por amor a los suyos.
La máxima prenda de Don Juan Millán, pues antes de ser un gran líder, primero se preocupó por ser un gran ser humano, ya que como gobernante nunca corrigió a los necios, porque consideraba que a un corto plazo lo verían como su enemigo, en cambio, corregía al sabio para aumentar su liderazgo.
GOTITAS DE AGUA:
En definitiva, Millán Lizárraga, en primer lugar, su templanza y su fortaleza produjeron diferencias en quienes lo envidiaban, pues tales discordias fueron producidas por la búsqueda de la gobernabilidad y equilibrios, procurando la armonía en todas sus relaciones en los tres órdenes de gobierno.
Eso de verse como un personaje que anda por las orillas en la política no dando espectáculos y de qué hablar, buscado por quienes tienen el deseo de participar en la función pública, sonriente, para mostrar –una vez más– que no hay mejor crítico de la política de los políticos que un verdadero hombre político estadista. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…
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