La clave de todo, me parece, se encuentra en la exigencia de ganar la mayoría legislativa.
¿Quién es Claudia Sheinbaum Pardo? Una pregunta que anduvo rondando hasta la semana pasada entre la comentocracia y las personas medianamente informadas que siguen el proceso electoral. Se inquiría sobre cuál podría ser su verdadero ideario político y de acción. Todo con base en que puede ser electa presidenta de la República, como todo indica que lo será. Cuenta con todos los recursos a su disposición para lograrlo: los legales y los de facto. Con este último me refiero a los metarecursos: los que a la mala se adjudica el presidencialismo mexicano.
Por lo demás, no es mucho pedir de los políticos que aspiran a gobernarnos que sean francos sobre quiénes son, cómo piensan y cuál será el rumbo que darán a sus acciones. Porque de lo que hagan o dejen de hacer acabará afectándonos, ya para bien o ya para mal. En ese sentido, la zozobra es (fue) muy legítima y pertinente.
De Sheinbaum se sabía que realizó estudios de posgrado en el extranjero, en una de las mejores universidades del mundo, becada por el gobierno mexicano, que previo a su viaje fuera de México fue alumna de la UNAM, en donde cursó la preparatoria en el popular CCH Sur. De allí pasó a la Facultad de Ciencias, en la que cursó Física, que se tituló con un trabajo sobre estufas de leña en un pueblo purépecha de Michoacán, arrinconado por la deforestación y su consecuente falta de un recurso indispensable para preparar los alimentos. También se sabe que su promedio final fue de 9.5. En la misma UNAM hizo una maestría y doctorado, antes de viajar a Berkeley. Una académica en toda la extensión de la palabra.
De donde se colige que la administración pública nunca estuvo en su horizonte, pues de estarlo habría elegido una carrera o especialización vinculado con ella. Su arribo a la política habría sido por invitación exprofeso de López Obrador, cuando poco después de ser electo jefe de Gobierno de la Ciudad de México por el PRD. Ya se sabe, la figura de López Obrador es aplastante sobre sus subordinados y seguidores. Nadie luce en el escenario, más que él.
La paradoja es que no se sabe, o no se sabía, nada acerca de la identidad política de Sheinbaum Pardo, no obstante haber encabezado la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, la alcaldía de Tlalpan, ambas ganadas en elecciones, y un puesto importante en el gabinete de la capital del país. Y no se sabe nada porque en todos esos encargos de elección y de designación estuvo supeditada a los intereses de su principal promotor. Luego entonces, Claudia es una hechura con escuadras del presidente López Obrador, cuyo verdadero ideario de acción se mantiene oculto. La noche en que fue declarada triunfadora en las encuestas para coordinar los Comités de Defensa de Morena, se esperaba que diera un discurso en el que dejara entrever algunas señales. Pero nada.
Sin embargo, primero en el periódico El País (13-09-2023), luego la misma Sheinbaum en sus recorridos se ha referido a lo que llama borrador de su Proyecto de Nación 2024-2030, y a la necesidad de echarla un segundo piso al movimiento de Transformación Nacional. En esa lógica urge a sus seguidores a seguir el Plan C del presidente López Obrador, consistente en ganar la mayoría en la Cámara de Diputados y de Senadores para cambiar la Constitución y hacer efectivo el afán trunco del presidente López Obrador: que los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y consejeros electorales del Instituto Nacional Electoral (INE) sean electos por “el pueblo”.
En la delineación del periódico madrileño se menciona que en el proyecto se busca que los partidos políticos sobrevivan con aportación de sus militantes y simpatizantes, esto es, que los partidos de oposición mueran por inanición. No así los partidos en el gobierno. También se habla de radicalizar la revocación de mandato en los tres niveles de gobierno y en los tres Poderes de la Unión. Plantea meterle mano a los órganos autónomos y descentralizados, ya sea reasignándolos en la estructura del Ejecutivo o ya declarando su extinción. Se plantea otorgar más competencias administrativas y de gobierno a las fuerzas armadas. Universalizar el acceso a la educación superior y la salud, y otros derechos que incluso ya están en la Constitución y que el estado omite su cumplimiento.
GOTITAS DE AGUA:
Hasta donde he alcanzado a leer, no hay ninguna ponderación extraordinaria en temas como la violencia extendida sobre vastas regiones, territorios controlados por el crimen, la corrupción que no cesa, la ficción de la división de poderes, el federalismo, la pobreza que no mengua, el estado de derecho, las relaciones con el mundo, la transparencia, y nada sobre educación y cultura de calidad. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos el Lunes”…
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