Tuvimos tsunami en el 2018 y llegó Andrés Manuel López Obrador sin encontrar resistencia.
La rabia ciudadana se desbordó en las urnas y la jornada electoral se convirtió en verdadera masacre.
La esperanza de mejores tiempos fue la clave.
Necesitábamos la sacudida social y las huestes de Andrés Manuel se despacharon con la cuchara grande.
¿Usted ha notado un cambio?
Yo sí.
Lo que llegó es un gobierno grosero y autoritario en grado sumo.
Un presidente que no respeta el mandato de la ley.
Un gobierno de odio al adversario.
El presidente es un insulto a la razón y un monumento al culto de la personalidad.
Gobierno electorero y un peligro para los jirones que quedan de la democracia mexicana.
Más de treinta millones de votos le fueron entregados al candidato de MORENA que hoy ocupa el cargo de presidente de México.
Bastantes millones de ciudadanos votaron en su contra y no se sabe el rumbo que tomarán en la próxima elección.
La lógica nos indica, que el dinero para arropar la elección se encuentra en estos momentos en manos del partido en el poder.
Van sobre el Estado de México y es muy importante para MORENA que quede en sus manos y aplastar las esperanzas que les quedan a sus opositores.
MORENA ganará de nuevo la presidencia.
La pregunta que nos hacemos:
¿Habrá otro tsunami, o los niveles de las olas correrán de un lado para otro en la conformación de las Cámaras de Diputados y Senadores?
Muy interesante también, el número de presidencias municipales y diputaciones locales que queden en manos de los opositores de MORENA.
El Estado de México es la cereza del pastel que los morenistas quieren tener.
No falta mucho para darnos una idea de lo que vendrá en el 2024.
Si los mexiquenses le atoran bola a las hordas presidenciales, tendremos platillos para degustar los que no aceptamos gobiernos autoritarios.
Hice mi propia campaña para llevar votos en favor de MALOVA.
Voté en contra de Francisco Labastida Ochoa.
Que conste:
Jamás he pensado que Jesús Vizcarra Calderón sea un mal tipo.
Pero era la imposición y eso me repateaba las partes nobles.
Francisco Labastida Ochoa no tenía los méritos suficientes para ser presidente de México. Le negué mi voto e hice campaña en su contra y me siento satisfecho de que no llegara al poder.
En su momento, diré claramente por quién votaré para presidente de México y sin andarme tapando para después decir que el triunfador era mi gallo.
Las cosas pintan para que MORENA gane la siguiente elección presidencial.
Me parece muy importante impedir que tengan la insultante mayoría en las cámaras federales.
Es el meollo del asunto electoral.
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