¡Ah Cabrón!
No lo puedo creer, pero me juran una y otra vez, que el carácter del Secretario de Obras Públicas es más raro que nevar en Culiacán en el mes de agosto.
Bipolar es quien padece de una afección mental que tiene cambios marcados o extremosos en su estado de ánimo.
No se trata de locura, simplemente se pasa del malhumor o irritación, a un estado de excitación y de febril actividad y aparentan ser los más empáticos del mundo.
Si así fuera, creo que Zavala no es el único que se encuentra en esas condiciones y me considero entre las personas que tengo esa sintomatología.
A veces brinco de alegría y en otras casi agarro a golpes al que tengo enfrente.
La diferencia entre mi persona y el Secretario de Obras Públicas del gobierno de Rubén Rocha Moya, que no atiendo al público y tampoco tengo las responsabilidades de una Secretaría de Estado.
Dicen que Zavala es bipolar o tripolar y yo también quiero estar clasificado de esa ilustre manera en el argot sinaloense.
Faltaba más, faltaba menos, que yo fuera menos atarantado que José Luís Zavala y que no se me reconocieran mis méritos de afección mental.
Vamos hablando en serio.
Conozco a José Luís Zavala desde hace bastantes años y jamás me ha parecido un sujeto raro y mucho menos violento o simplón.
De hecho, si yo fuera un Psiquiatra, firmaría un certificado médico estableciendo la total normalidad de este Secretario.
No me pidan que meta las manos a la lumbre.
No es lo mismo firmar un papel, que poner las manos en las brasas.
Ni la renuncia nos causa el dolor de una quemadura en leña ardiendo.
Me extraña bastante que se refieran a mi amigo José Luís Zavala como bipolar o tripolar y desde ahora les digo, que levanto enérgica protesta contra esos decires de infundada
sustancia.
Lo conocí siendo un aferrado priista y ahora es parte importante de la cuarta transformación que encabeza el presidente López Obrador.
Eso es una muestra de total inteligencia y sanidad mental absoluta.
No cualquiera pega esos brincos sin rasparse las rodillas.
Me niego a considerar a Zavala con afecciones mentales.
Es un hombre preparado y más dulce que un jamoncillo.
Lo de bipolar mangos y lo de tripolar sandías.
Los únicos cambios que se le pueden observar son encontrarse con problemas y mal humor cercano a las quincenas y saltar de alegría cuando le llega el cheque y los apoyos por su cargo.
Si eso es ser bipolar o tripolar, por favor ingrésenme a la nómina y que los cambios bruscos de carácter aparezcan en todo momento.
Benditos los cheques de palacio y entre más gordos mejores.
Servido, Sr. Secretario.
Hasta mañana.
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