Nos prohíben las carnes rojas, dizque por el ácido úrico que le da en la mother a las articulaciones.
El pan nos lo regulan por las harinas que son perjuiciosas para una buena dieta y que no joda el corazón.
No podemos comer atún, por ser considerado como carne roja.
Las manzanas rojas prohibidas por la cantidad de glucosa que contienen.
El plátano súper prohibido por las grandes cantidades de azúcar que se machaca.
Naranja por el estilo y la proscriben de nuestros alimentos.
Papaya es pura miel y nos eleva el azúcar.
La fiebre aviar es una amenaza para los que comemos pollo.
Los caldos que se son elaborados con sustancias sintéticas nos pegan en la torre.
De las hamburguesas ni hablar, son cosas del demonio que nos pueden llevar a la carrera al infierno.
Refrescos embotellados, ni en sueños, aunque su propaganda diga cero azucares.
La pizza es un invento de los demonios italianos y autorizados por la santa sede que las consume de manera estratosférica.
No quieren que comamos tortillas y eso es pegarnos en toda la mother.
La leche tampoco es aconsejable, y aunque diga deslactosada, no es propia la leche de vaca o cabra para el consumo humano.
Las natas son un manjar de los dioses y esas creo que no entran en las restricciones. En caso de que las prohíban, me importa un bledo las consecuencias al untarlas en tortilla recién hecha y aventarme un tercio del producto del maíz.
La cerveza fuera de todo deseo, dicen que es malévola y que es preferible ingerir unos tragos de Whisquie. Lo de la cerveza me vale gorro, pocas son las que tomo en el año y muchos tragos he consumido del Old Par.
El flan, ni pensarlo en las dietas, pero las veces que me encuentro en el MAR & SEA me paso por debajo las prohibiciones y le pego con singular alegría.
No hay mejor lugar en Culiacán para saborearlo.
El Borrego de Bacurimí, de mis amigos Peraza, es cuestión de vida o muerte decidir si se consume o no, pero es tan sabroso comer las costillas doradas que cierro la mente y me pego la hartada.
La birria del Palomar es la mejor y junto a su exquisito menudo nos ponemos pandos en el buffet.
Las tortillas del Palomar son las mejores, y aunque me retuerza después de su consumo, no dejo de empacarme cuando menos cuatro de las hinchadas del comal.
Le agradezco a mis doctores sus preocupaciones.
Quieren que aguante un poco más de mis 78 cumplidos.
No me gusta el bledo o quelites como finamente le llaman en los súper mercados y restaurantes de postín.
Ja, ja, ja.
No quieren que tome café o me limitan a una taza.
Si chuy, bastante tengo con mi piojo del bolsillo, y de pilón me quieren dar vida artificial a base de la tonelada de pastillas que ingiero por las mañanas y otras tantas por las noches.
UFFF y recontra UUFFF.
Hasta mañana.
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