La banda orquesta de los grupos delincuenciales, llevó serenata a varios puntos de Culiacán en la noche del domingo y madrugada del lunes y la prolongaron hasta las diez horas de la mañana del lunes.
Asesinatos, levantones, casas balaceadas y quemadas.
Autos reducidos a cenizas y el pánico para los moradores de las residencias cercanas.
Es lo cotidiano y ya no sabemos que decir o escribir sobre lo que sucede y aterra a los que vivimos en Culiacán.
Me llega una sugerencia, levantar un árbol gigante navideño de esos color nieve, adornado con casquillos de diversos calibres, recogidos por los ciudadanos en las calles, briciado con pintura roja y con Santas baleados y la estrella de belén tirada al pie del árbol por impactos de bala.
Quieren pedir permiso a la diócesis de catedral para instalarlo a un costado de la iglesia.
Si le ponen música, que sea de sonidos de las Barret y Ak-47 para que les atraiga a la concurrencia.
Pueden invitar a la instalación al General Mérida que nos pide nos cuidemos nosotros mismos de las acciones delincuenciales.
¡Que chingonería de autoridad!
Me mandaron una foto, de una persona del sexo masculino, cargando a otro en hombros y con la leyenda de que ese es el puñal autorizado por el General Mérida.
Pachanga, miedo y terror junto al pánico.
Mi estrategia de resguardo es simple.
Antes de salir de casa, consulto a los Noticieristas de Luís Alberto Díaz y de esa manera decido si abandono el hogar o me quedo hasta nuevo aviso.
No me falla Luís Alberto, es más seguro que salir el sol y de ahí mi estricta confianza a sus envíos.
Perra vida la que le tocó vivir a mis huesos.
Hasta cuando, es la pregunta que nos hacemos todos los culichis y no hay nadie que nos pueda quitar la incertidumbre.
Muchas vidas han cobrado los pum, pum, pum.
Las balas no abrazan, más bien arrasan y enlutan cientos de hogares, si es que no son miles.
Es la normalidad de Culiacán y salimos a la calle para no darles gusto a los matones que nos acalambran con sus potentes armas.
Un sarcástico mensaje:
“Mientras los balazos no perturben el sueño de los diez mil soldados que mandaron a Culiacán, todo está bien”
Sesenta y cinco cámaras de vigilancia en la ciudad fueron rafagueadas por los muchachos de los grupos en pugna.
No sabemos cuántas tumbaron los Mayos y cuántas los Chapitos.
Tendrán vía libre sin preocupaciones de ser observados.
A gusto de ellos y en perjuicio nuestro.
Hasta mañana.
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