“Que viva México, que viva México, que viva México y es por eso que me trajeron a barandilla y que pasaré esta fría noche previa a la navidad”.
No podía creer lo que escuchaba de aquel enjaulado y mi curiosidad me llevó hasta el comisario en turno y fue entonces cuando conocí la historia completa.
En efecto, el borrachín proclamaba con toda la fuerza que sus pulmones daban, el grito de viva México y lo que faltó decirme cuando escuché su queja, que agregaba a sus patrióticas proclamas, “policías hijos de su chingada madre”.
O el desconcertado Abogado encerrado en los separos por perturbar el orden en las calles de Los Mochis, que al escuchar que de su celda salían detenidos cuando escuchaban menciones como Benito Juárez, Miguel Hidalgo, Morelos, Carranza y otros proceres de nuestra historia.
Se quedó solo y de pronto, gritaron por Vicente Guerrero señalándolo directamente, por lo que les aclaró a los Guardias que su nombre era otro y que no había nadie más haciéndole compañía.
La respuesta le llegó de inmediato:
No te hagas pendejo y salte de volada, te toca barrer esa calle y la patrulla ya te está esperando con todo y la escoba.
Eran los tiempos en que los derechos humanos no existían y las calles de la ciudad lucían más limpias en todo el año.
A nuestro amigo o examigo, Herman Leuffer Mendoza, le tocó ser Director de Seguridad Pública en la cañera ciudad de mis amores, y ordenó a sus agentes que a los rateros y maricones que encontraran trabajando por las calles del pueblo, los raparan y los embarcaran rumbo a la península de Baja California.
Se corrió la voz, y por un tiempo la Belisario Domínguez lució desierta de estos muchachos con malas mañas o costumbres raras en aquellos años.
En nuestros tiempos, si se pusiera en practica esa disposición, serían más los rapados que los mechudos deambulando por las calles de mi hermoso Mochis.
Cada vez son más raros los heteros y predominan los homos en nuestros pueblos, sierras y valles.
Cuestión de gustos y punto.
En Culiacán, las damas que antes tenían prohibición para ser admitidas en las cantinas, hacen gala de su poderío e inundan lugares como el Guayabo o el periodista y por cada gol de Messi se levantan las blusas y muestran sus tetas.
Por ese asunto cerraron El guayabo y se abrió al ordenarlo el Gobernador, por considerar una injusticia que sus funcionarios cometieron por nimios motivos, no atribuibles a los propietarios y que no constituían faltas a la moral.
Muy chichonas por cierto las que dijeron ser argentinas y vitorearon de esa manera a su ídolo Leonel Messi.
El Gobernador declaró que invitaría a Tere Guerra que es parte de su gabinete para que lo acompañara a la reapertura del Guayabo.
El próximo domingo juegan Argentina contra Francia. No creemos que Tere Guerra quiera apoyar a Messi en la misma forma que las otras mujeres.
A menos que Rubén Rocha Moya se lo ordene.
Pecata minuta y a nadie perjudica que les enseñen la “chichi”.
A mí no, por supuesto.
Hasta mañana.
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