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Perdón, señor presidente

Se me olvida como se llama el de Culiacán y solo me ocupo de él cuando circulo por las calles de nuestro rancho. A cada momento suelto un madrazo rumbo a la presidencia municipal.

Para un golfista, sería un edén jugar en las calles, cualquier tiro sería hoyo en uno y su hándicap estuviera de los mejores del mundo.

Jesús Estrada Ferreiro nos divertía con sus puntadas.

El nuevo, ni fu, ni fa.

Es como la caca del gavilán, ni hiede, ni apesta.

Pero debe ser buen hombre, no hay periodista que se exprese mal de su persona y tampoco de sus acciones.

Maloso que es uno.

Mira que extrañar al que corrieron y lo cargan en vueltas.

La ciudad está destrozada y no hay quién le ponga remedio.

Se puede aducir, que las lluvias no permiten los trabajos de reparación y que más tardan en rellenar los baches que en volver a abrirse.

Depende de la calidad del material y eso tendría que explicarlo el responsable de Obras Públicas de Culiacán.

Me gustaría que las autoridades publiquen un mapa de la ciudad y nos digan cuales son las calles y avenidas que pudiéramos tomar sin que las llantas y amortiguadores sufran el calvario a que nos tienen sometidos.

Tengo entendido que tienen comprado espacio de publicidad en las principales empresas de radio. Ahí que nos expliquen el por donde nos vayamos al salir de casa rumbo a nuestro destino diario.

Les juro, que si atienden mi pedido, cambiaré los madrazos por un gracias señor Alcalde y hasta me tomaré la molestia de grabarme su nombre.

De mi rancho salgo poco, así le digo a Culiacán que es el lugar de mi nacimiento y Ahome el municipio que con toda el alma adopté desde el año de 1967 y viví en la ciudad de los Mochis hasta 1992.

Tengo pesadillas por las noches.

Caigo en agujeros constantemente y a mi edad de 77 años no considero sean los de alguna bella mujer.

Son los cabrones hoyancos de las calles por donde estoy obligado a circular en mi golpeado vehículo. Despierto con el Jesús en la boca y un sabor amargo que ni la miel de enjambre quita.

No la joda, respetable autoridad.

Le cambio las festividades donde se incluyen callejoneadas y otra fiestas, por un poco de asfalto que evite se me arruinen las llantas.

Quíteme esa fijación de acordarme de Estrada Ferreiro.

Era muy cómico el condenado.

Al parecer usted no pinta.

Si no tiene dinero para los materiales, puede usted mandar a sus funcionarios para que recauden fondos por boteo en las principales esquinas de las destrozadas calles.

No pasa de que les echen de la madre y hasta puede que consiga un poco de dinero para iniciar las obras.

Sin más, me despido sin poner su nombre.

Hasta mañana.

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J. Humberto Cossío R.

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1 comentario en “Perdón, señor presidente”

  1. Jesús José Guerrero Andrade

    Certero y puntilloso.
    La referencia a Ferreiro vale.
    Los baches están allí por todos lados. Pero si es cuestión presupuestal ya es hora de que busquen los fondos necesarios, Y se dejen de lucimientos personales.
    A los 77 ni los gatos callejonean. Buena vibra.

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