Se venció el plazo tantas veces anunciado para los destapes de candidaturas de Morena, que están atorados por los pataleos y chantajes del gobernador Rubén Rocha Moya.
El ejecutivo aseguró primero que la lista era definitiva, pero luego aceptó que puede tener buen número de cambios.
No hay fecha nueva para la definición, en medio de la creciente inconformidad de militantes morenistas que se dicen traicionados por don Rubén, a quien le exigen saque las manos del partido.
Hay plantones, oficinas tomadas y exigencia de remoción de todo el comité directivo estatal de Morena.
En medio de ello nos llega el reporte de que Rocha Moya amenaza como el chavo del ocho, sin querer queriendo.
Que si les quitan las candidaturas a sus amigos tan queridos, no garantiza buenos resultados en la elección de junio próximo.
En sentido contrario, desde la dirigencia nacional de Morena se advierte que varios de los apadrinados por el gobernador son inservibles, odiados por el pueblo y por ello una garantía de derrota.
Ya ven cómo hay gente criminosa, nos aseguraron que los que mayores posibilidades tienen de quedar en la lista final son los palomeados por el narco.
Para que vean las cosas que se atreven a inventar.
XÓCHITL Y LOS ENEMIGOS DEL PRI Y DEL PAN
Grave error sería el de Xóchitl Gálvez confiar en que la perspectiva electoral se le acomoda y tiene cada vez más posibilidades de victoria, casi sola.
Pocas cosas hay peores que las cuentas alegres y el optimismo desmedido.
Por eso, la virtual candidata presidencial debe ponerse las pilas frente a las ambiciones de los dirigentes nacionales del PRI y del PAN.
Para nadie es un secreto que Alito Moreno y Marko Cortés ven primero por sus intereses.
Fuerza y Corazón por México necesita candidatos competitivos que mejoren la votación local y nacional.
Hay que motivar a los indecisos y a quienes han permanecido indiferentes.
Es por eso que Xóchitl Gálvez queda ante el dilema de pelear o evadir el problema poniendo su triunfo en alto riesgo.
No debe lavarse las manos.
Está a tiempo de poner orden, y necesita aliados en ello.
Subrayo esto último, porque muchos priístas y muchos panistas prefieren ser cómplices de sus líderes y solapan sus autoritarismos.
Y con esos amigos, para qué queremos enemigos.
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