Decía un grosero, de los que no faltan jamás, que en las terminales españolas se dejaba escuchar un anuncio que barría con los nativos de Galicia.
Al Gallego se le tacha de ignorante y es objeto del escarnio para hacerle sentir su falta de cultura.
Nunca participé de esas burlas.
Mis amigos de la madre patria, en su mayoría fueron venidos de Galicia y siempre contaron con mi respeto y admiración.
Los gallegos son hombres de trabajo que llegaron a nosotros para partirse la madre y prosperar por encima de los huevones.
Casi todos son muebleros y uno que otro incursionó en el ramo de la agricultura y también en la hotelería que conocemos de paso.
Son de éxito y los pesos que ganan son con el sudor de su frente.
No dejan margen para diversiones en tanto no cuenten con un capital que les permita tomarse respiros entre trabajo y fandango.
Soy testigo de su tesón.
Mi salida de los bares, en ocasiones era entre las dos y tres de la mañana y cuando pasaba frente a los negocios de mis amigos gallegos, los encontraba cargando sus camionetas para partir a las rancherías y entregar las compras del día anterior.
Por eso hacen dinero.
No se dan un respiro en la forja de un futuro. Lo ganan por derecho propio y les cuesta matarse en su juventud para gozar el producto de su esfuerzo en el invierno de sus vidas.
A contrario sensu, aplicamos nuestro esfuerzo los mexicanos al máximo, para las francachelas de la juventud y madurez y llegamos “bichis” al crudo y gélido periodo del invierno.
Por eso digo:
PASAJEROS AL TREN Y LOS MEXICANOS
TAMBIEN.
Sin embargo, hay un número considerable de nuestros paisanos que se convierten en los gallegos de nuestras tierras.
Emigran bajo todo riesgo a los inciertos confines de la Unión Americana y con la ilusión de encontrase con el llamado sueño americano.
Hay millones de nuestros compatriotas que han logrado establecerse. Son los que nutren al País con sus remesas que se han convertido en la fuente de riqueza más importante de la economía de México.
Gracias a nuestros gallegos mexicanos el gobierno de Andrés presume de bonanza y hasta lo hace parte de sus logros.
Puede que tenga razón y que sea responsable de la salida de esos que mueren por llegar a las tierras de Joe Biden.
El hambre y la miseria obligan.
Fallecen asfixiados dentro de cajas de tráileres donde son transportados sin más defensa que sus sueños e ilusiones.
Son nuestros ejemplos de hambre y frustración.
Y también el ejemplo de valentía para salir de un mundo de miseria que los agobia y mata a sus familiares.
PASAJEROS AL TREN…Y NUESTROS BRACEROS
TAMBIEN.
Hasta mañana.
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