Aunque brinquen y den maromas, no le sirven a Sinaloa el PAS y sus diputados traidores.
Decirlo no representa ningún ataque sino es simplemente una muy triste realidad a la vista de todos.
El Partido Sinaloense está de rodillas ante el poder, en pánico por las amenazas, las desapariciones y el asesinato de Héctor Melesio Cuén Ojeda.
Tienen razón en que Rubén Rocha Moya es un desalmado capaz de todo.
Su falla está en la sumisión, convertidos en aplaudidores y cómplices del gobernador.
Los legisladores Jesús Angélica Díaz Quiñónez y Víctor Antonio Corrales Burgueño viven atrapados en el temor de que les pase algo grave a ellos y a sus familias.
Es justificable, pero deben renunciar a sus curules porque burlan sus obligaciones y sus responsabilidades como representantes populares.
Están viendo nada más por sus intereses personales, y no por los del pueblo.
Tengo que insistir, por más que renieguen algunos lambiscones del PAS y de la UAS que en estos días se han dedicado a descalificarme y atacarme por decir verdades a la vista de todos.
Angélica Díaz y Víctor Antonio Corrales son cómplices en que haya impunidad absoluta en el asesinato de Héctor Melesio Cuén Ojeda.
Complicidad a posteriori, hay que precisar.
Han incurrido en omisiones, silencios y hasta en ilegalidades para impedir que se haga justicia.
La diputada Angélica Díaz conoce detalles muy precisos de la convocatoria a la reunión del 25 de julio, y los oculta.
Quién hizo la llamada telefónica, y qué le dijeron a Cuén Ojeda.
Lo único que ha trascendido es que la señora le pidió a Melesio que no asistiera porque era muy peligroso.
Contra lo que la ley establece, incineró el cadáver de su esposo para evitar que se pudiera investigar más a fondo sobre el asesinato.
Se enteró de los montajes en la gasolinera, la clínica CEMSI y el SEMEFO, y ni pío dijo.
No son cosas pequeñas, aunque sepamos que fue amenazada y que su familia ha sido perseguida brutalmente por el gobierno.
De Víctor Antonio Corrales es más o menos lo mismo.
Su hijo Fausto Ernesto es el único testigo directo y “externo” del asesinato de Héctor Melesio.
Un testigo milagrosamente vivo a quien la “mayiza” señala como amigo muy cercano de los “chapitos” y hasta lo acusó de ser un probable cómplice del crimen.
Corrales Burgueño conoce también detalles importantes de lo sucedido, pero calla.
Lo podemos entender porque al igual que su compañera diputada, ha vivido una situación muy complicada y muy compleja.
No podemos pedirle a un padre que desmienta públicamente a su hijo y lo exponga a ir a la cárcel.
Los dos saben que Rubén Rocha mató a Cuén.
Quien esto escribe no termina de concebir cómo es que se burlen de muchos miles de sinaloenses que reclamamos castigo a los responsables.
Sus votos “razonados” a favor de las cuentas públicas del gobernador son una infamia.
Es una pésimo chiste creerse los cuentos de la ASE, y que nos digan que Rocha es honesto.
Sostengo y repito: si no tienen valor para defender la verdad y la justicia, deben irse a sus casas a descansar y vivir tranquilos.
A quienes justifican las traiciones de estos diputados, hay que decirles que les hacen mucho daño a ellos y a Sinaloa.
Lean las críticas que muchos han hecho en mis publicaciones.
La coincidencia de que tanto Víctor Antonio como Jesús Angélica se burlan de la ley y pisotean las demandas de castigo a los asesinos del maestro.
No hay en ello, repito, ni odios ni difamaciones.
Es la triste realidad de lo que sucede.
Esos que dicen apreciar mucho a los legisladores pasistas, recomiéndenles que hagan lo correcto: terminar con sus cobardías y con sus ridículos.
Si Héctor Melesio reviviera, preferiría morirse de nuevo tras ver que su muerte fue en vano y que su memoria es deshonrada por quienes se supone más lo quieren y estiman.
No dudo que los traidores continúen con sus maromas, necios en insultar la inteligencia popular.
El problema es que no se engañan ni solos.
Ni siquiera lees creen sus aplaudidores.
Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/altoparlante/.