No se cansan de matar gente en Culiacán

Por la mañana, al medio día, por la tarde, en la noche o en las madrugadas se dan las ejecuciones.

De perdida, rocían de metralla las viviendas abandonadas de los contras que huyeron para salvar sus vidas y las de sus familiares.

Los llamados sicarios se proveen de vehículos, despojando a cualquier ciudadano de su patrimonio y sin importarles que transporten a sus hijos rumbo a las escuelas que todavía se atreven a tener clases presenciales.

Es terrible pensar que podemos quedar atrapados en balaceras y convertirnos en victimas colaterales.

Hay clínicas rumbo al sur de la ciudad que en otros tiempos frecuentaba con cierta regularidad.

Ya no lo hago.

Cercano al cuartel militar hay un negocio de carnitas que vende deliciosos chamorros.

Vedado en estos tiempos.

No me expongo trajinando por esos lugares donde las balaceras son pan de cada día.

Me surto en los lugares donde hay un poco de respeto.

Vivo cercano a la plaza Sendero y en ese lugar encontré mi refugio para comer o tomar un café por las tardes.

Ahí mismo hay una Ley y nos surtimos cada tres o cuatro días.

El Sams y el Walmart también son lugares a nuestra mano y párenle de contar con nuestras salidas.´

Por las mañanas asisto al Panamá de palacio de gobierno que siempre está resguardado por militares.

Ahí hay relativa tranquilidad.

No tenemos conocimiento que alguien pretenda atentar contra la vida del gobernador Rocha Moya.

Pero la presencia de la Guardia Nacional se hace sentir en todo momento y somos testigos de ello.

Tomamos nuestro café y desayunamos.

A más tardar a las once de la mañana volvemos a casa a nuestro encierro.

Malos tiempos que me han tocado vivir.

Inesperados por cierto.

Somos ajenos a lo que sucede en las familias del Mayo Zambada y del Chapo Guzmán.

Por esa razón nos convertimos en victimas colaterales y sin saber hasta cuándo se termine nuestro calvario.

Hay personas que dicen no temer a nada.

No las envidio porqué ya se acostumbraron a soportar la violencia que generan las bandas en conflicto.

Eso no es vivir.

No tengo forma de parar lo que acontece en Culiacán.

Es aquí donde vivo entre comillas.

No tengo dinero para quedarme, mucho menos para salirme del infierno que representa mi ciudad.

Es un desahogo.

No hay para más.

Hasta mañana.

Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/fax-del-fax/.

 

J. Humberto Cossío R.

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