Sobre el Camino

No cerrar los ojos ante la delincuencia

No se trata de cerrar los ojos ante la delincuencia, sino crear condiciones para que nadie delinca.

Mucho ha llamado la atención la declaración del Presidente de la República de respetar a los delincuentes, con el argumento de que también son seres humanos. La interpretación más preocupante de lo dicho es que expresa una alianza entre el jefe del Ejecutivo y esos grupos. Menos grave, pero preocupante también, es que refleja una idea de la ley que no coincide con el Estado de Derecho.

Quien ha transgredido la ley sigue siendo un ser humano con derechos. Pero ciertas transgresiones merecen sanciones, como la pérdida de la libertad. Lo que sin duda es cruel, inhumano en algún sentido, pero necesario para evitar males mayores.

Señaló el Presidente que las personas somos buenas por naturaleza, que es el medio ambiente lo que nos puede impulsar a la maldad. Aceptemos en principio para no entrar en los recovecos de tan complejo tema. Si no se aplica la ley, si se permite la existencia de territorios donde los delincuentes hacen y deshacen, estamos creando ambientes que convierten a personas buenas en principio, en seres capaces de dañar a otros, en seres malvados.

Ver a delincuentes persiguiendo y retando a miembros del Ejército Mexicano, así como ocurrió en la capital sinaloense hace días lastima a una de nuestras instituciones más reconocidas. Expresa un rasgo de Estado fallido: la imposibilidad de ejercer el monopolio de la violencia legítima en un territorio.

Pero tiene muchas otras consecuencias negativas. Crea territorios donde las extorsiones, secuestros, violaciones, asesinatos, se cometen impunemente. Crean ambientes del mal, que convierten a las personas buenas por naturaleza en seres capaces de generar sufrimientos, a veces terribles, a sus semejantes.

La aplicación de la ley, el Estado de Derecho, tiene un sentido. No es ideología ni capricho de abogados para poder ejercer su profesión. Es el núcleo del pacto social.

La aplicación de la ley significa en ocasiones ejercer la violencia: privar a alguien de su libertad porque ha cometido delitos graves. Ciertamente las cárceles son algo tan cruel que uno preferiría que no existieran. Pero la solución no es dejar a los delincuentes en libertad.

GOTITAS DE AGUA:

A mi juicio, la solución es, juguemos un poco con el lenguaje, “el modelo nórdico”. Hace unos años se publicó que en Dinamarca estaban cerrando reclusorios: no tenían a quien encarcelar. No había delitos que perseguir. Ese es el modelo ideal. No cerrar los ojos ante la delincuencia, sino crear las condiciones para que nadie delinca. Esta es mi opinión. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos el Lunes”…

 

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Benjamín Bojórquez Olea

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