Salud para mi familia y la de millones de mexicanos.
Dinero suficiente para no sufrir estrecheces y que en nuestras mesas no falte el pan de cada día.
Amor entre todos los mexicanos y que la tranquilidad y la paz reine entre nosotros.
Un presidente, varón o mujer, que nos una y nos proteja con sus sabias y buenas acciones.
Espero que las risotadas de Santa Claus, al leer mi cartita, no sean de burla que me parta el alma.
A mis 78 años, aún me emociona pensar en el hombre robusto de barba blanca que viaja por el espacio en su trineo jalado con renos.
Es el símbolo de la felicidad y representa el espíritu de la bondad que anida en nosotros.
En eso estaba, en mis incomparables sueños, cuando azoto en el piso por un lado de la cama, y me enfrento al levantarme, con la cruda realidad que vivimos en este México tan nuestro y olvidado del señor.
No importa, no hay mal que dure cien años y quién los aguante tampoco.
El PRI no pudo aguantar el siglo.
El PAN gobernó doce años.
MORENA o Andrés Manuel, tienen un proyecto de larga duración y no sabemos si este pueblo sabio en que vivimos le concederá otro sexenio.
Tenemos que caminar paso a paso para no tropezar.
Se tardaron en aparecer los contras y no sabemos si les alcanzará el tiempo para lograr el triunfo.
Estamos listos para dar la pelea.
No queremos manos negras en las urnas, existe la confianza de los mexicanos, de que todo estará en orden y no se atreverán a lanzar a sus aliados de la delincuencia organizada para modificar el resultado de la elección.
Yo creo en Santa Claus.
No pierdan la fe y ustedes también invóquenlo.
Nada se daña con soñar con buenas cosas y esperar mejores resultados.
Duérmase mi niño, duérmase ya, sueñe cosas buenas y le llegarán.
Cualquier rato vemos el trineo de santa surcando los cielos mexicanos y lanzando sus polvos mágicos sobre nosotros.
Hay que soñar sin pesadillas que nos hagan caer al suelo.
Hasta mañana.
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