Christopher mi hijo es muy aficionado a estes aparatos infernales que son tan apreciados por algunos de mis amigos.
No conozco de la calidad de estos artefactos del demonio.
Para mi percepción, todas las motos son de reparto de comida o productos de farmacia y de esa manera son clasificados por mi mente.
Un claro ejemplo de mi ignorancia se dio hace muy poco tiempo, al comentarle a mi hijo que me acompañaba sobre la cochinada de moto que circulaba delante de nosotros y Krysto soltó la carcajada, al tiempo que me indicaba que la presunta cochinada valía más que mi Mazda 2020.
Para mi percepción todos son repartidores y punto.
Sin embargo, en últimas fechas, en programas de televisión he aprendido un poco sobre el valor de algunas de ellas y me quedo con la boca abierta.
Me resulta increíble que una cochinada de ese tipo pueda alcanzar valores superiores al millón de pesos o quizá hasta más de dos.
Pero las imágenes de la televisión no mienten y mi asombro es cada vez mayor cuando se compran cascarones de motocicletas antiguas en más de cuarenta mil dólares.
Imposible de asimilar esos precios.
Creo que mostraré más respeto con los que portan mochilas en la espalda por no saber en que andan montados y su valor en el mercado.
Me invitan a Mazatlán a la semana de las motos y me hablan maravillas de lo que sucede en esos días en el puerto.
No estoy seguro de aceptar y menos si soy humillado con los precios que se manejan de las motos de los que acuden disfrazados de ángeles de la muerte, y que cubren sus cuerpos con prendas de vestir superiores al enganche de un departamento playero.
De ese tamaño son los monos que tripulan esas motocicletas.
Casco, chamarra, guantes, pantalones son de exclusivo diseño y hasta la ropa interior tiene un costo elevado con todo y las manchas amarillas que se les pintan por el sudor.
Me olvidaba de sus zapatos y calcetines que cuestan un ojo de la cara, o lo que es lo mismo, resultan más costosos que tener querida a modo.
No se trata de chamacos amantes de la velocidad.
Son adultos con escolaridad elevada y con un modo de vida superior al del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Llegan de todas partes de México y de otros países.
Son miles de artefactos de la muerte los que se dan cita en Mazatlán esta semana.
Los casados acarrean con su vieja, o de perdida la de un compadre.
El chiste es presumir de pegue masculino y lucir las changas en la parte trasera de la moto para envidia de otros cuando la dama es de buenas carnes.
El motociclismo en su máxima expresión esta semana en Mazatlán.
Dicen que es un evento imperdible.
El sábado es el desfile de las diabólicas máquinas y apantallan a la sociedad mazatleca y sus visitantes.
Puede que me anime.
De perdida en bicicleta y con mi acompañante en los diablitos.
Ya veremos.
Hasta mañana.
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