Vivo en la CANACO en Culiacán que se ubica a la salida norte, precisamente por el rumbo donde sucedieron los recientes acontecimientos de violencia, provocada por los grupos que portan fusiles de los que dan miedo, y que espantan a las corporaciones que se encargan de resguardarnos y que son superadas en armamento.
Muy frecuentemente enfilo mi auto por esos rumbos y el jueves me quedé en casa al ser enterado por Luís Alberto de lo que estaba sucediendo.
El responsable de la radio que trasmite Los Noticieristas nunca ha dejado de mandarme comunicados.
Gracias a ello me escapé de verme involucrado.
Víctor Torres, de Línea Directa, hace tiempo que me borró de sus amistades y jamás me manda mensajes que pudieran mantenerme a salvo.
Cometí el pecado de escribir que no supo defender a su reportera de Guasave cuando fue increpada de manera muy violenta por nuestro gobernador.
Le doy la razón por haberme metido en lo que no me importa.
Pero me ardieron las orejas cuando eso sucedió y sentí pena ajena por la pobre muchacha.
Algún día arreglaremos las cosas.
Por lo pronto, hay una pausa tipo Andrés Manuel.
El pasado sábado me puse de nuevo en riesgo, al viajar por la internacional rumbo a Guamúchil, para recoger los mejores chicharrones del mundo que Eligio Camacho vende a los habitantes de esa población.
Su negocio se encuentra ubicado a una cuadra del Debate y me atrevo a decir que no hay mejores por aquellos rumbos.
Así las cosas.
Doy gracias a Dios que no tuvimos otro jueves negro.
Los nubarrones estaban cargados y por fortuna no tuvimos lluvia de balas por las calles de Culiacán.
Los camiones urbanos suspendieron sus actividades y dejaron a la gente trabajadora sin medios de transporte.
Quedaron a la buena de Dios.
Entendemos a los choferes que corrieron a resguardarse por tener familia a quién proteger.
No hubo pánico porque estamos acostumbrados a eso y más.
Convivimos con policías y con maleantes.
A veces no podemos distinguir a unos de otros.
Por algo renunció Sara Bruna y ya hay nueva Fiscal con la independencia que le dio el cura Miguel Hidalgo y Costilla.
Para no mencionar al que ya saben.
Es lógico lo que sabemos, ningún Presidente de México o Gobernadores ejercen su cargo teniendo enemigos en su gabinete.
Se gobierna con amigos y punto.
Me salvó Luis Alberto de caer a la lumbre.
Hasta mañana.
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