Altoparlante

Mentirolandia

Vivimos en el país de los pinochos, comenzando por ya saben quién.

Esta triste realidad nos queda clara a muchos millones de mexicanos y en el extranjero somos mofa con el subrayado de lo increíble que resulta el masoquismo de los abyectos.

Para explicar y tratar de concebir lo que sucede, necesitaríamos cuando menos una enciclopedia con los diez mil pesados tomos que la de “Cómo entender a las mujeres”.

Es una suma de la capacidad atolera casi infinita del engaña tarados; de las ambiciones desmedidas de políticos cómplices, así como del egoísmo irresponsable de los ciudadanos encantados de vivir de limosnas y como mantenidos.

Dos países muy contrastantes, el de los otros datos impuestos desde palacio nacional y repetidos por los aplaudidores reales y los fantasmas de las redes sociales, contra la realidad que sufrimos los mexicanos cada vez más hartos de la farsa disfrazada de esperanza.

Ese México en el que las maromas de las mañaneras presumen que la violencia y la delincuencia casi ni existen, frente a las masacres y baños de sangre de todos los días.

El pañuelito blanco, con numerosas corrupciones demostradas y protegidas por el mesías.

Hablar todos los días de honestidad y austeridad, de exigirnos a vivir sin lujos y conformarnos con un par de zapatos y unos pantalones, con hijos que de la noche a la mañana que de la noche se hicieron multimillonarios, que viajan por todo el mundo y viven en ostentosas mansiones.

Las medicinas y tratamientos que llegan “la próxima semana”, con más de tres años en lo mismo y miles de muertes como consecuencia de tan infame irresponsabilidad criminal.

Esas farsas democráticas en las que se tiran a la basura miles de millones de pesos, como la de los juicios a los expresidentes y la tramposa ratificación del enfermo narcisista.

La constitución moral y la “justicia” de un López que es fiscal y juez, dizque a nombre del pueblo bueno y sabio, con decretos a modo que violentan la constitución, un día sí y los otros también.

Precios y tarifas que según la cuatroté nunca suben o aumentan sólo cuando los conservadores “se pasan de rosca”, con el pueblo obligado a soportar el valemadrismo oficial.

El gobierno de rifas y más rifas con premios que no se entregan, como con el avión que hoy se renta para fiestas, con payaso incluido (ya saben quién).

Impunidades oficiales descaradas, como la del desplome en la línea doce del metro y los pernos como “culpables” de la tragedia.

La confrontación y el linchamiento desde palacio, con sus “buenos” y los “traidores”.

La libertad de expresión como pretexto para hablar sin límites, incluso contra lo que la constitución impide, o el “no estoy enterado” como salida cobarde a los temas incómodos.

El dictador que en el discurso se jacta de que somos un país soberano y autónomo, pero que en lo privado y en lo oscurito se arrodilla ante el poderoso vecino y emula a la Mónica Lewinsky.

Aunque faltó mucho por recordar, reiteremos que queda a los buenos mexicanos seguir trabajando contra los engaños de quienes están destruyendo al país.

 

RATIFICAR A LA RATA

 

AMLO es uno de los políticos más corruptos de nuestra historia, y sin duda el más cínico de todos.

Aunque se indignen, precisemos que quienes lo apoyan son cómplices de sus bribonadas y traidores a los intereses del pueblo.

Repudiamos por ello esas lambisconerías de quienes llaman a que el domingo próximo votemos por su ratificación, aplaudiendo que nos mienta, nos robe y nos mate.

Y nos referimos a quienes por pura ambición personal y de grupo tienen una sola preocupación en su vida: quedar bien con el tirano, aunque que el pueblo siga mingando a su chadre.

 

Partida
Juan Manuel Partida Valdez

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