Lo relacioné de inmediato con Idelfonso Salido Ibarra propietario del periódico El Debate que el día de ayer cumplió no sé qué tantos años.
Murió trágicamente y siempre lo tenemos presente.
Llegó a la campaña de Renato Vega Alvarado y asumió el manejo de las finanzas desde el primer momento.
Careada permanente en el gabinete de Renato, donde Marco tenía el manejo del tesoro estatal y Pancho Frías la política interior.
Nunca quise meterme en esos conflictos y mi compromiso fue totalmente con el Gobernador al que le serví con toda la emoción y lealtad.
El triangulo de las bermudas se completaba en los primeros tiempos con Idelfonso Salido, que atacaba sin piedad a Renato Vega para lograr un convenio financiero de grandes proporciones.
Pancho Frías aconsejaba mandar por un tubo esas pretensiones y Marcos buscando un acercamiento definitivo con el Debate y su ambicioso propietario.
Finalmente se llegó a un conveniente acuerdo y Marco Antonio Fox fue el artífice de las negociaciones.
Mi postura en aquellos tiempos era muy clara.
No soy amigo de los tiburones y tampoco quiero clavarles el arpón.
Que se den los arreglos y a vivir la fiesta en paz.
Salido, el Gobernador y Marco Antonio, cenaron y fumaron la pipa de la paz en el Santa Anita de la ciudad de Los Mochis.
Pancho Frías no quedó conforme, pero se hizo la machaca y la postura de Marco Antonio fue la que salió triunfante.
Prensa y Gobierno deben caminar en armonía.
Los medios necesitan el apoyo oficial y el gobierno que lo publiciten.
Es lo que siempre he pensado y de ahí no me mueven.
Marco Antonio era muy abierto con la raza periodística.
Siempre les echaba la mano.
Hasta su muerte fue consentido de los medios de comunicación.
Lo tengo presente y con muy buenos recuerdos.
Pancho Frías un funcionario muy competente y de mucho respeto.
Renato Vega los quería bastante a sus dos brillantes Secretarios y amigos de siempre.
Marco quería estar en Mazatlán y su vehículo no era el mejor en carretera y eso propició el accidente que le costó la vida.
Muy religioso y jamás dejaba de orar en punto de las doce del mediodía.
Su compañero de oración era el Checo Viedas y los dos se hincaban dentro
del despacho.
Siempre con la sonrisa a flor de labio.
Era su distintivo y le granjeaba amigos.
Jamás lo olvidaré.
Muy buen hombre y muy humano.
Descanse en paz.
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