Encontrar diariamente en las noticias y redes sociales las notas donde aparecen sin vida nuestros ciudadanos.
Muchos de ellos muy jóvenes y por diversas causas tales como accidentes de tránsito, ahogados en el mar o ríos o bien ejecutados sin saberse las causas y los encargados de privarlos de la vida.
Es muy lamentable que sucedan esos hechos y en verdad me llega hasta el fondo del alma y me causan dolor.
Dicen que todos tenemos una raya de donde jamás escaparemos y que solo Dios sabe cómo y cuándo nos hace el llamado.
No me gusta enterarme de asesinados.
Y menos que sean jóvenes que apenas comienzan a vivir y los sacan de la jugada.
Los viejos estamos de salida y somos más precavidos.
Se dice, que uno se entera de la edad que tiene, cuando las velas salen más caras que los pasteles de cumpleaños.
Algunos piensan en la juventud eterna y no soy de esos.
Vivo mi vida con mis años.
Fui joven y gocé intensamente de mis tiempos.
Por eso me entristece que mueran los que apenas comienzan a vivir.
No hay día que no me entere de accidentes donde la muerte es la principal protagonista y enluta a hogares que pierden a sus seres queridos.
La parca, al parecer, es la única pareja que se conoce.
No respeta edades, nacionalidades, religiones, militares, civiles o políticos de cualquier vertiente.
Llega, clava la guadaña, y se retira con las almas.
Los cuerpos los deja sobre la faz de la tierra para que nosotros nos hagamos cargo con el dolor y gastos funerarios cuando encontramos los cadáveres.
Definitivamente no me gusta enterarme de estos hechos, sin embargo, no puedo cerrar los ojos y taparme los oídos para no enterarme de lo que sucede en mi entorno.
La vida es hermosa y hay que cuidarla.
La juventud es lo más bello de la creación.
La vejez se reposa y ayudamos a otros para que gocen de lo que nosotros ya tuvimos y no tengan los mismos sobresaltos.
Me horroriza que se cometan asesinatos.
Jamás justifico a quién priva de la vida a otro.
Hoy no quería hablar de política y de políticos, sin embrago, mucho de lo que sucede involucra directamente a nuestras autoridades.
Si se trata de homicidios dolosos, nos lleva a la falta de prevención y a la impunidad que priva entre nosotros.
No bastan abrazos en lugar de balazos.
Si se castigara con prontitud a los que infringen la ley, nos encontraríamos en otras condiciones de convivencia social.
Nuestra seguridad estaría garantizada si las autoridades competentes cumplieran cabalmente con su labor para protegernos.
Me duele saber de los que asesinan o desaparecen.
La culpa es de este gobierno y de los anteriores, que permiten y permitieron la impunidad y mandan besitos y abrazos a los delincuentes.
Hasta mañana.
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