Los ponchallantas están de moda

Podemos sugerir ahora que quieren elevarlo a la categoría de delito algo así como lo siguiente:

“Se impondrá una pena de dos a cinco años a los que fabriquen, comercien, adquieran y utilicen este tipo de artefactos.

La misma pena se impondrá a los servidores públicos encargados de la persecución de los delitos que no sean capaces de erradicar este tipo de acciones que van en contra de los bienes de los ciudadanos”

Los jefes policíacos y los ministerios públicos estarían en la cuerda floja y entonces se verían los resultados que los hombres de bien necesitamos con urgencia.

Mientras se le siga pagando para que no cumplan con su deber las cosas seguirán de la misma manera.

Los agentes de policía conocen muy bien a Chapitos y Mayos y saben perfectamente donde y quienes fabrican los ponchallantas.

Pero tienen miedo igual que nosotros y por eso no se meten a fondo para detener la guerra delincuencial que nos agobia.

Siempre ha existido la corrupción y jamás han podido desaparecerla y al igual que las cucarachas y las ratas se hacen presentes en cualquier momento de nuestras vidas sin que podamos evitarlo.

También es cierto, que hubo y que hay empresarios que se prestan para lavar el dinero de los delincuentes, y es otra causa de lo que nos acontece y flagela.

Los ponchallantas son objetos que destruyen en su totalidad los neumáticos y ponen en peligro la vida de los conductores y acompañantes.

Es de película el nuevo delito cuando se tiene el daño en propiedad ajena y existe el delito de asociación delictuosa y homicidio simple o calificado, así como el de la privación de la libertad con fines de obtener rescate, disparo de arma de fuego, lesiones y otros que no recuerdo.

Es una burla lo del delito de ponchallantas cuando hay penalidades muy elevadas para los grupos delincuenciales.

Si no cumplen con su deber la fiscal general y su cuerpo de ministerios públicos, que los cesen y pongan a otros que sirvan.

Crear nuevos delitos no es la solución.

Que cumplan con su deber los funcionarios encargados de perseguir a los infractores de nuestras leyes sería lo adecuado.

El miedo no anda en burro y ahora son los jefes de la delincuencia organizada los que tienen el sartén por el mango.

Las policías, bien gracias.

Para qué forman parte de las corporaciones, es otro de los secretos a voces que conocemos los sinaloenses con una pizca de cerebro.

Los billetes de los malos permearon a la sociedad y ahora nada pueden hacer para sacudirse el yugo.

Se grita que se requiere la tranquilidad y no hay a quién recurrir.

Los abrazos y no balazos es una prueba evidente de lo metido que estaba Andrés Manuel y su gabinete de seguridad.

No puedo juzgar a la señora Claudia Sheinbaum sin darle oportunidad de mostrarnos la conducta que seguirá en contra de la delincuencia.

Esperaré antes de emitir un juicio.

El delito de ponchallantas es otra jalada y gozamos soltando las carcajadas en contra de los que aprueben esta nueva estupidez.

Hasta mañana.

Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/fax-del-fax/.

 

J. Humberto Cossío R.

Comparte