Sobre el Camino

Los hinchas de izquierda

Algo que me llama la atención y que estamos observando, ya que el comportamiento de la derecha deja al descubierto el temor a ser superados. La oposición le teme a la formación de una nueva identidad que supere a los partidos políticos.

Vaya fin de semana salpicado de noticias enarboladas por la defensa de la democracia y los logros obtenidos a manera de compensar lo sufrido y vivido en Qatar donde nuevamente el ridículo se asomó, quizá un poco para entender el porqué de la política mexicana, también salpicada de ridículos y contentillos como si se tratara del país de un solo hombre.

La marcha fue lo que se esperaba. Cómo no serlo si fue organizada desde el poder para alabar al poder y justificar su proceder. Muchos reflejos, pocos destellos en la escena del “espejito, espejito…”.

Históricamente ha sido el PRI el mejor organizador de las marchas donde los acarreados pululaban en los contingentes. Las complicidades con los transportistas y sindicatos eran la clave para “movilizar a la gente”.

En Sinaloa hubo épocas gloriosas de “acarreados”, donde los “burros” eran de carne y hueso y respondían a las cuotas de poder. Vaya tiempos, donde el “acarreo” fue triunfalista y ejemplar. El acarreo y el PRI, el viejo sistema, son o eran indisolubles, el uno para el otro. Y por lo visto la enseñanza se afianzó bien.

Hay quien le llamó despectivamente a la caminata de este 27 de noviembre “la marcha del ego”, otros la consideran la reafirmación de un liderazgo y la fundación de una nueva conciencia social. Por lo menos así me lo parece.

Sea como fuere, como escribió Maurice JolyEl “Arte de Medrar”, todos tienen el derecho a gozar del privilegio del placer que da el poder, tanto quienes lo detentan como quienes han sido desplazados, eso es parte de la democracia.

Quizá el más antiguo antecedente se encuentre en Lázaro Cárdenas quien en 1935 convocó a la llamada “Marcha del Progreso”. Vaya que se mostró el músculo del entonces poderoso tricolor aglutinante de los “sectores” que representaban a toda la sociedad mexicana y condenaban el caudillismo.

Pero ahora el “ungido del pueblo” como lo definió Enrique Dussel en la revista Proceso de este domingo 27 de noviembre, abre espacio al análisis de quienes están o no están con él.

La dicotomía avanza, el líder carismático ha llevado las cosas a tal punto que la discusión es muy simple “estás con AMLO o contra él”, el centro, el justo medio, ha desaparecido de la escena política.

Obvio es que López Obrador ha ascendido al poder como un líder carismático, respaldado por millones de mexicanos que se mantienen cuatro años después a su lado, por lealtad o por irreflexión dicen sus críticos.

Para estos últimos este líder puede convertirse fácilmente en una dictadura, como sucedió en Venezuela, y lo ponen de ejemplo: explican lo que sucedió en ese país donde se borraron los antiguos sistemas de identidad, y surgieron otros, novedosos. Y por supuestos los anti AMLO ven ese riesgo.

GOTITAS DE AGUA:

 

En fin, a la marcha fueron quienes defienden su trabajo, sus logros, su ideología, su ingreso familiar, quienes gritan “nos toca ahora”, porque los de atrás ya robaron mucho.

Que, si hubo acarreados, por supuesto que los hubo; siempre los ha habido, pero también hubo gente con conciencia de sus actos, es decir de los “hinchas” de López Obrador, esos que apoyan al líder “cueste lo que cueste y pase lo que pase”, esos son los que dan testimonio de fidelidad, y lo vienen haciendo desde hace varias décadas.

Y a eso le teme mucho la oposición, a la formación de una nueva identidad que supere a los partidos políticos y abra el espacio al populismo, usando la polarización de las ideas, de los grupos y se aproveche del pos – verdad. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…

Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/sobre-el-camino/.

 

Benjamín Bojórquez Olea

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