Los desayunos mágicos de aquellos tiempos

Avena, leche y plátanos.

Excelente desayuno que nuestras madres preparaban amorosamente y luego a tomar los cuadernos y salir corriendo para la escuela.

Me siento más resistente que muchos y todo se lo debo a esos padres que primero nos daban a nosotros y después quién sabe para ellos.

Nuestros hijos fueron otra cosa.

Tuvieron a su alcance el disfrute de todo y sin más límites de lo que su barriga pudiera aguantarles.

Buenas escuelas y todo al alcance de sus manos.

Mi padre hacía grandes sacrificios y nuestra madre hacía rendir los pocos pesos que llegaban al hogar.

Todo fue maravilloso.

Aprendí a jugar buena pelota en las calles de Culiacán y a nadar en las aguas del río Tamazula.

Mejor niñez, ni pensarlo.

Sigo agradecido con el sabor de los plátanos maduros y un buen vaso de leche fría que me deleitan el gaznate.

La avena la consumo en pocas ocasiones, pero me sigue gustando y también la disfruto cuando llega a mi alcance.

La capirotada de mi madre es cosa que no olvido.

Pegado a su falda hasta que no me servía mi primer plato y siempre acompañada de un vaso de leche.

Mmmm, qué delicia; me saboreo nomás de recordarlo.

Sigo siendo fanático de la capirotada.

La compro por litros en cualquier súper de la Ley y no descanso hasta darle mate y quedar hasta las chanclas de lleno.

Soy tragón por naturaleza y no ofendo a nadie por eso.

Nada como la capirotada de mi madre.

El café con pan es otro placer divino.

Los frijolitos refritos me apasionan.

Los de la primera guisada son muy apreciados en casa y se doblan bastantes tortillas con el plato enfrente.

En casa se come bien y hay buena cuchara.

La doña no es nadita de manca para cocinar.

El mole es de mis preferencias y quedo más embadurnado que un lienzo de Siqueiros cuando le pego con la fe poblana.

Para el mole no se utilizan cubierto.

A mano y con la tortilla de cucharitas.

Mañana estaré de nuevo en el Palomar.

Desayunaré con mis amigos y cada quién paga lo suyo.

Sin ventajas, no hay mortajas.

Parejo en el pago y nadie se muerde.

Es la ley del Palomar de los pobres.

De lunes a viernes no fallamos.

Se desayuna muy bien y sabroso.

Hasta mañana.

Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/fax-del-fax/.

 

J. Humberto Cossío R.

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