Punta de Lanza

Los abrazos… el covid y los balazos

Los abrazos, representan, o por lo menos, deberían representar el gesto más claro de afecto, cariño, respeto y por supuesto, de amor entre las personas.

Pero existen desde luego los abrazos hipócritas; los falsos y traicioneros, y por qué no decirlo, existen los abrazos obligados por las circunstancias y los protocolos sociales y políticos.

El Presidente de México Andrés Manuel López Obrador, ha dicho, que para la guerra que libra el estado frente al crimen organizado, prefiere hacerlo con abrazos, y no con balazos.

El mensaje para los hombres promotores del delito, es de tal manera, que las armas de fuego que portan los elementos de las fuerzas del orden público de la nación, dejarán de disparar balazos, y en cambio ofrecer abrazos.

El problema aquí, es que al parecer los delincuentes no son muy afectos a los abrazos, y prefieren seguir en su dinámica de tirar balazos.
Hasta donde hemos observado, en varios estados de la república, los belicosos muchachos, no han aceptado abrazarse con los soldados.

Y pero aun, han correteado a los hombres de las fuerzas armadas, sin que se haya sabido, claro, si era para abrazarlos, asustarlos o para matarlos.

Por todo lo antes citado, me he atrevido a someter al ABRAZO a una interesante y reflexiva clasificación.

Considero de tal manera, que la manifestación de afecto de mayor rango en materia de sinceridad, se refiere al que se genera entre padres e hijos, y que me atrevo a ubicar dentro del primer círculo de afectos entre los humanos.

En el segundo círculo, aunque muy cerca de la circunferencia del primero, colocaría a los hermanos, abuelos, tíos, sobrinos, nueras y yernos.

Para el tercer círculo de los afectos, ya se amplía la gama clasificatoria, y se tendría que enunciar en ese listado a cuñados, compadres, concuños y primos en segundo y tercer grado.

En el círculo número cuatro, se podría contemplar a los camaradas, vecinos, patrones, empleados, compañeros de trabajo, así como la fauna humana, diversa y dispersa en el universo de nuestras vidas.

Y si alguien me pregunta sobre el círculo o rango en que debemos ubicar AL AMIGO, mi respuesta sería inmediata.

No lo incluyo en ninguno de los espacios clasificatorios antes descritos por la razón de que, el AMIGO es un espécimen en alto grado de extinción, lo que obliga a ser muy cauteloso al momento de instalarlo en alguna de las esferas arriba enunciadas.

Y es que el AMIGO, en muchos de los casos podría ser ubicado incluso en el primero de los círculos, aunque para ello, primero tendremos que evaluar el peso de esas CINCO leras que conforman la palabra.

O sea, cuando el término y concepto AMIGO, haya sido debidamente calificado, valorado y certificado por acciones y reacciones de relevancia observadas en la relación entre las personas.

Nadie podrá negar, el hecho de que existen o han existido relaciones de amistad entre dos personas, cuyos afectos suelen ubicarse de manera paralela o incluso por encima de los familiares ubicados en el primero y segundo círculo.

Pero aclaro, estamos hablando del AMIGO entrañable, sincero, solidario, incondicional, y cuyos actos de hermandad hayan quedado manifiestos a través de actitudes de gran humanismo y humildad.

Y es que abrazos se dan por montones, pero los que se dan entre amigos, cada vez parecieran esfumarse como por arte de magia.

En México, hemos sabido de grandes abrazos; El histórico de Acatempan entre Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero, ocurrido el 10 de febrero de 1821, y que marcó la supuesta reconciliación entre los ejércitos virreinal y el insurgente, es un ejemplo viviente.

Otros abrazos suscitados en los vaivenes de la vida política nacional y mundial, son ejemplo de la falsedad que en el mayor de los casos encierra esa manifestación de aparente afecto.

 

EL ABRAZO PROHIBIDO DEL CORONAVIRUS.

 

Por cierto, al inicio del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, la palabra ABRAZO cobró singular relevancia.

Y curiosamente esa manifestación de afecto se vio empañada por un acontecimiento que pudo ser el preludio de los problemas que le esperaban al gobierno actual en materia de salud y seguridad pública.

Me refiero a la llegada del CORONAVIRUS a México, con el consabido surgimiento de la terrible pandemia del COVID—19, cuyos efectos vinieron a evitar, precisamente los abrazos para con las personas afectadas.

Coincidentemente en esas fechas, el presidente AMLO estaba proclamando los ABRAZOS y no balazos en el combate a la guerra del gobierno frente a los carteles del narcotráfico.

Lo curioso del caso fue, que mientras el Presidente promovía los abrazos, la ciencia médica los estaba prohibiendo.

Por esa extraña coincidencia, a partir de esos días, miles de personas han caído víctimas de las balas de la delincuencia organizada, mientras que por el lado de la pandemia del COVID-19, también han ocurrido miles de muertes, y con ellos, son millones de familiares los que ante la falta del abrazo necesario para despedir a sus enfermos, enfrentan hoy las secuelas sicológicas de la tragedia vivida.

Por cierto, algunos expertos en el aspecto de la sicología humana han realizado estudios para determinar la importancia del abrazo afectivo entre las personas.

El médico británico Archibald Cochrane narró años antes de su muerte, una breve y conmovedora historia en la que describe la importancia de lo que llama el abrazo terapéutico, y que hoy, tras la pandemia del coronavirus cobra vigencia.

Fallecido en el año 1988, el destacado personaje heredó a la ciencia médica un legado importante de experiencias y conocimientos.

Cochrane, fue promotor de una colección de bases de datos médicos de alta calidad, donde colaboraron de manera altruista 30 mil científicos de 50 países del mundo.

La colección se ha convertido en “Un patrón de oro” de alto beneficio para la humanidad, ya que es un referente de las grandes y más trascendentales intervenciones sanitarias durante los eventos que ha enfrentado la humanidad.

Archibald Cochrane tuvo un concepto muy claro de lo que médicamente definió como el ABRAZO TERAPÉUTICO.

Y es precisamente en una autobiografía dada a conocer en una publicación póstuma, donde el investigador británico, narra una experiencia vivida en un campo de concentración Nazi durante la segunda guerra mundial.

Por cuestiones del destino y de la misma guerra, Cochrane cayó en aquellos años, prisionero de las tropas alemanas, y por su calidad de médico, según su narrativa, fue concentrado al barracón de los enfermos.

Una noche de tantas, arribó al pabellón del dolor y sufrimiento un prisionero soviético, con graves heridas y prácticamente moribundo.

“La sala estaba llena, por lo que, ante los desgarradores gritos de dolor del enfermo, decidí pasarlo a mi habitación”, relata el personaje de marras.

La morfina, podía ser la única herramienta médica para calmar los lamentos de dolor del soldado herido y prisionero, sin embargo, en la sala de enfermería a su cargo se carecía de tan necesario fármaco.

“En su narrativa, el médico inglés, revela haberse sentido impotente, e incluso desesperado por no poder brindar, aunque fueran palabras de aliento al enfermo, ya que no dominaba el idioma ruso.

“En un acto humanitario, me senté en la cama y lo abracé; los gritos de dolor cesaron casi de inmediato, y murió pacíficamente en mis brazos”, escribe el galeno inglés.

El médico, consideró en sus evaluaciones posteriores, que el soldado soviético no gritaba, ni lloraba por el dolor de las heridas, sino por la tristeza y soledad que lo envolvía al momento de su muerte.

Fue una lección maravillosa el entender lo que un abrazo significa para los moribundos, revelaría años después el científico.

La hipótesis del Doctor Archibald Cochrane, ha sido discutida y rebatida por otros científicos de Europa, por considerar que está sustentada en un solo caso.

Sin embargo, en lo que sí coincide la comunidad médica universal, es respecto a la imposición de los “abrazos prohibidos”, para los enfermos terminales por el COVID-19.

Su razonamiento, lo basan en los millones de personas que en el mundo sufren hoy la herida incurable que les dejó la pena de haber permanecido alejados de sus seres queridos al momento de su muerte.

Llora la gente, su vivo dolor, y también la gran pena originada por la impotencia que los embarga de no haber podido entregar el último abrazo de afecto y amor para el ser que partió, sostiene el especialista.

Y concluye; No hay duda que el aislamiento de los infectados de COVID-19 es imprescindible, sin embargo, lo que sí es discutible, es la pobre respuesta que hemos dado al desgarro de quienes estuvieron alejados y desconectados de sus seres queridos en la soledad de su agonía, coinciden los científicos.

¿O sea, que el papel que juega el ABRAZO en la vida de los seres humanos es más importante de lo que muchos llegamos a pensar?.. La pregunta es mía… Y la respuesta suya…Nos vemos enseguidita.

 

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Armando Ojeda
Armando Ojeda

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