Lo que viene a mi asustada mente

Son recuerdos que me llegan, de la increíble niñez, imposible repetirlas, pero son de calidez.

Armados de resorteras y piedras del Tamazula, jugábamos competencias, festejando travesuras.

De Culiacán, hasta el barrio, quedando frente a la Lima, para luego refrescarnos en las aguas cristalinas.

Conejo, ardilla o liebre, era nuestra devoción y pájaros que se posaban a punto del tirador.

Peligros no había ninguno, tierra de tranquilidad, como extraño aquellos años del bendito Culiacán.

Qué tristeza escribir de sucesos bochornosos, que se dan en estos tiempos y nos vuelven temerosos.

La violencia nos llegó y nos tiene secuestrados, estamos a lo que digan los Chapitos o los Mayos.

La paz llegará algún día, nos declara un General; hay que esperar los acuerdos, que entre ellos se darán.

Cómoda posición mantiene este militar: ciudadanos en sus casas, y ellos por ahí, por ahí.

La leña se encuentra ardiendo y las calles son fogón, nosotros pisando brasas, Culiacán está cabrón.

Lo mismo truenan las balas, en el oriente o el sur, luego se van al norte, sin olvidar el poniente, que es donde se oculta el sol.

Las pérdidas son cuantiosas, se quejan los comerciantes, por el ruido de las balas, ya no les llegan marchantes.

Mi General Liana Ojeda, es tremendo militar, trabaja mucho su boca y en descanso su pensar.

Las profecías son variadas, para el dos mil veinticuatro, caminemos con cuidado, las balas no tienen nombre, pegan y al hoyo vamos,  sean de Chapos o de Mayos.

Gracias, señor presidente, vivir en tranquilidad le permite diariamente gritar en sus mañaneras de Palacio Nacional que mienten los que difunden que en Sinaloa sólo escuchan los truenos del pas, pas, pas.

Hasta mañana.

Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/fax-del-fax/.

 

J. Humberto Cossío R.

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