“Estamos hartos del encierro a que nos tiene sometidos la delincuencia organizada de Mayos y Chapitos”.
“Hastiados de soportar a las autoridades buenas para nada que parecen estar protegiendo a los delincuentes”.
“Cada día es más trabajoso vivir en esta ciudad sin estar seguros que volveremos sanos y salvos a nuestras casas”.
“El temor por nuestros hijos es agobiante”.
“Los altos funcionarios de seguridad pública escoltados hasta la madre y lo mismo se puede decir de generales y almirantes que vienen a Sinaloa a mostrar sus galones y a esconder los guevos si es que los tienen”.
Vivimos en un Culiacán sin ley, o bien bajo las leyes que dictan los jefes de las mafias que parecen ser los que mandan en Sinaloa.
Decir ya basta, no basta.
No somos nada, ante la fuerza brutal de la violencia que nos aqueja y que nos mantiene en estado de sitio, ante el encontronazo que se dan los grupos en guerra que ya conocemos.
Más de un millón de habitantes nos encerramos a temprana hora en el hogar y a partir de las ocho de la noche Culiacán es una ciudad fantasma.
Nosotros no secuestramos al Mayo Zambada.
Nosotros no tenemos aviones autorizados a entrar en territorio gringo sin registro de vuelo y matricula de la aeronave.
Somos ciudadanos comunes dedicados al trabajo honesto y sin estar metidos en enredos políticos.
Nos tocó la de malas, escucho decir.
Me piden la opinión y es coincidente con lo que ellos expresan.
“No es justo que algunos cientos de delincuentes nos arrinconen por causa de las pinches autoridades que hay en Sinaloa”
Así lo expresan y los escucho sin poder remediar nada.
Me canso ganso y abrazos y no balazos todavía siguen presentes en nuestros terroríficos días.
Echarle la culpa a Vicente Fox y Felipe Calderón fue el distintivo de la estupidez de un gobierno ineficiente.
Su ingenio consistió en repartir el dinero del erario entre millones de mexicanos que jamás habían tenido obsequios de sus gobernantes.
Midió a la perfección la manera y modo de lograr que la ciudadanía otorgara el voto sin pensar en nada.
Pero nos dejó un México ahogado en la inseguridad y la falta de medicamentos y con una pobre economía.
El dinero calla las conciencias y eso lo sabía a la perfección Andrés Manuel López Obrador.
Aventó bolo a todos los de 65 y más y chingo paleta.
Es el ídolo de los Chapitos y Mayos.
Por eso es que avanzó la delincuencia y ahora nos tienen en un puño a los ciudadanos y a las autoridades.
Hasta mañana.
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