La pregunta obligada: ¿Y cómo te sientes?
Mi puntual respuesta como de ochenta.
Te ves muy bien, para halagarme.
De joven me veía mejor, es lo que afirmo.
Es una bendición de Dios llegar a los ochenta.
Coincido totalmente.
Querían llevarme a un desayuno y malestares intestinales lo Frustraron.
No falla la máxima:
Uno pone y Dios dispone.
¿Hasta dónde será el final del camino?
Mi Dios es el que limpia el surco y por ahí caminaré hasta llegar a la raya.
Llegaron los primeros ochenta.
No encontraron velas para mi pastel.
Querían ir por un cirio al templo del Carmen y forrarlo con el número 80.
Recibí muchísimas felicitaciones y las valoro de todo corazón.
Son gente que he tratado a través de bastantes años y les gusta hacerme sentir su estimación.
De aquí en delante, borrón y cuenta nueva.
Mientras tenga salud seguiré en la brega.
Me entretengo escribiendo y por eso mi columna de lunes a viernes.
Me gusta darme golpecitos en el cráneo y hasta la fecha no suena hueco.
Eso me conforta.
¿Cuántos se olvidaron de mi cumpleaños?
No lo sé, pero trataré de no olvidar el de ellos.
El día de hoy nos reuniremos un grupo de amigo en LA BAJA, que es propiedad del hijo de uno de los que formamos el grupo La Diferencia.
Ahí fuimos convocados por el compañero Marcos.
No tengo idea de cuántos asistiremos, pero seguro que seré muy apapachado.
Me gusta decir que cumplí cuatro veces 20.
Suena mejor en mis oídos.
La suma que otros la realicen y punto.
No me felicitó Claudia Sheinbaum.
Al querer cerrar el comentario suena el celular y me felicita María Elena Davison.
Siempre atenta la esposa de mi gran hermano Guadalupe.
Le aclaré que cumplí 4 veces 20.
Me contagió su carcajada.
Les hago saber que nací el mismo día en que la bomba atómica fue detonada por vez primera en Nuevo México.
16 de julio de 1945.
Hasta mañana.
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