Le hacemos la lucha en Culiacán

A pesar de la ineficiencia del gobierno federal para acabar con la guerra delincuencial que nos flagela, los que aquí vivimos no queremos rendirnos ante la violencia.

Fueron seis años del anterior presidente de México, que se dejó crecer en todo el territorio nacional los carteles que ahora se dividen el País a su antojo y poderío.

Los sinaloenses somo gente de trabajo y le damos de comer a gran cantidad de mexicanos con lo que aquí se siembre, se pesca y desarrolla con la ganadería.

Sinaloa es rica en recursos naturales. Nuestras tierras son fértiles, el mar generoso y con una sierra que cobija a sus moradores.

Todo muy bien hasta que se desató la violencia.

Los empresarios temerosos cerraron sus negocios y emigraron a la parte norte en busca de tranquilidad.

La noche impone respeto.

Nuestra actitud combina la sagacidad con la prudencia.

Sabemos que a todas horas hay peligro pero la oscuridad es la madre de todas las peripecias.

El otoño es hermoso en sus atardeceres y tratamos de disfrutarlo hasta que nuestro sol declina en el horizonte.

Ahí terminan los días de los que no exponemos a la suerte el seguir viviendo sin daños físicos o económicos.

Esta semana me percaté que los culiacanenses intentan dejar en casa sus miedos.

Miles de carros por todos los rumbos de la ciudad en movimiento y sus ocupantes con el rostro cargado de esperanza.

No me gusta esta escuela de vida.

Pero es la que nos dan las autoridades del actual gobierno.

Aprender a soportar la violencia y hacer como que nada pasa no es lo que tuve en otras épocas.

La cuarta transformación es bribona y encontró la salida fácil

de culpar de lo que sucede a los gobiernos anteriores a su movimiento.

Seguimos soportando sus barbaridades.

No quiero considerarme agachón, pero ya soy viejo para incorporarme a la generación Z.

Los jóvenes inconformes tienen la palabra.

Los tacharán de ser parte pagada por la derecha y por los partidos opositores al gobierno.

Esos muchachos tienen menos miedo que nosotros.

De joven soporté bastantes golpes de mis oponentes en la universidad.

A mis ochenta añejos, hasta el viento me genera moretes.

Pian, pianito, pero lo que sube tiene que bajar.

A veces nos desesperamos.

Todo a su tiempo.

Alguien verá tras las rejas a los abusivos del presente.

Andrés Manuel lo sabe y teme la llegada de rendir las cuentas.

Hasta mañana.

Todas mis columnas en: https://altoparlante.com.mx/fax-del-fax/.

 

J. Humberto Cossío R.

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