Comentaremos hoy sobre las tres razones de tantas traiciones en la política estatal y nacional.
Para nada pretendemos descubrir el hilo negro, sino simplemente dar nuestra apreciación personal.
No faltan quienes erróneamente consideran que tener políticos abiertamente traidores es normal y hasta relativamente correcto.
Reitero mi total y absoluta discrepancia.
La política debe ser ejemplo de rectitud porque tiene la obligación de estar al servicio del pueblo.
Los partidos son entes de interés público, pagados con presupuesto gubernamental.
Los ciudadanos debemos ser vigilantes y críticos de cualquier irregularidad y abuso de poder.
Vayamos mejor a la intención central del Altoparlante de hoy.
No hay más que tres sopas en las traiciones, enmascaradas o descaradas.
Primero, traicionar por comodidad y valemadrismo, pretendiendo que no pasa nada y que los demás ni cuenta se dan.
Hay quienes lo hacen por pura cobardía; por temor a ser perseguido por quienes tienen el poder para perseguirlos y cobrarles por ser leales a su partido.
La tercer razón, la más fuerte y quizá la más usada, es la de pago por evento.
Hablamos por supuesto de grandes cantidades de dinero.
Pagan o mandan pagar Andrés Manuel y Rubén Rocha, entre muchos más.
Esos que cacarean que no mienten, no roban y no traicionan, y que son expertos en las tres cosas.
Qué hacer contra los traidores, es pregunta ineludible.
Pareciera que poco podemos contra la dictadura de la narrativa, pero fíjese usted que las apariencias engañan.
Lo que más odian nuestros políticos es que los exhiban como raterazos y miserables.
Por eso vemos a Lopitos y a Rubencito tirarse al suelo y llorar desconsoladamente cada vez que les documentan sus corrupciones y sus abusos de poder.
Tenemos entonces los ciudadanos una arma muy poderosa para combatir a los traidores: llevarlos al balcón público.
Pero tiene que ser con vigor, en calidad y en cantidad.
El tema anterior tiene que ver con los ecos que generó nuestra columna de ayer.
La diputada panista Giovanna Morachis Paperini rechazó ser una traidora que apoya a Morena.
Manifestó que “no existe condicionamiento alguno de ‘complicidad’ con Morena, ni al estar integrado el PAN a la Comisión Permanente se sacrifican las posiciones del partido de ser una oposición constructiva ni se falta a compromisos en alianzas electorales”.
Que su posición en la conformación de la comisión permanente, apoyando al PT en lugar de al PRI, “está motivada por la inclusión del PAN”.
Ser o no ser, es el dilema.
Y los hechos nos dicen que la legisladora “panista” ha sido más de la cuatroté que del frente opositor.
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