Es la historia de siempre sobre los precios de todo lo que se vende en Culiacán y sus argumentos muy parecidos, o de plano iguales.
“Los cabrones comerciantes culichis piensan que somos familia del Chapo Guzmán y sus retoños”.
“Otros dicen que, del Mayo Zambada, sus hijos y demás parientes”.
Creo que tienen razón.
En Mazatlán conocí la tienda departamental de ZIMACO. Sus precios me parecieron una bendición comparados con los de Liverpool. Sears y otras.
Cuando me notificaron que llegarían a Culiacán, de inmediato pensé que serían una cuña contra los encarecedores de nuestra ciudad.
Me equivoqué por completo.
Llegó Zimaco y sus precios se pusieron a la par de todos los hambreadores disfrazados de comerciantes de esta plaza.
Debe haber acuerdos comerciales para darnos en la madre con toda impunidad y estamos a expensas de sus malvados conclaves.
Doy ejemplo de comidas.
El kilo de chicharrones en Guamúchil cuesta 200 pesos y en Culiacán trescientos.
Los proveedores de materia prima, para Guamúchil o Culiacán, son los mismos distribuidores que tienen su domicilio en la ciudad de Los Mochis.
La razón que encuentran las mujeres es muy válida.
A todos nos ven cara de narcotraficantes y nos clavan sin piedad la uña.
Hace bastantes años, me convertí en abogado de algunos industriales de ropa de la ciudad de México. Su ramo eran camisas, pantalones, chamarras, calcetines, camisetas, trusas y otra prendas y por eso que supe las exorbitantes ganancias que obtienen los judíos del comercio.
Los de Culiacán son más despiadados según el criterio de las mujeres que conocen de tiendas.
Dicen las pobres doñitas:
“Llegan las buchonas con sus hijos o amantes y les brillan los ojos a los empleados del comercio y a sus patrones”.
“No se fijan en lo que pagan y salen cargados cada vez que visitan los centros comerciales”.
La chinga es para la gente normal que gana el dinero honradamente y apenas le alcanza para sostener con decoro el hogar.
Siempre encharcados con la Coppel, Sears, Liverpool y Zimaco.
Los narcos y sus queridas, ni gestos hacen para pagar.
De eso se aprovechan los comerciantes culichis para darle en la madre a la economía familiar.
Así las cosas.
Hasta mañana.
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