Para abrir boca combates de cuatro rounds que comienzan a calentar el ambiente para lo que viene.
Dos o tres peleas a seis u ocho Rounds, donde los contendientes son púgiles que ya tienen algo de experiencia y saben como golpear a los rivales. Levantan el ánimo por la valentía y pundonor que muestran en el encordado.
En ocasiones nos brindan dos semifinales de diez asaltos. Los boxeadores son estrellas de grueso calibre, que buscan la oportunidad de subir el peldaño que les permita ceñirse una corona en su división, y ganar las verdaderas bolsas que se juegan en las peleas de campeonato con las figuras más relevantes del mundo de las trompadas.
Las grandes estrellas cobran inmensas bolsas y sus combates son manejados por verdaderos profesionales que buscan y encuentran desde las sombras los rivales de sus representados.
Se ponen de acuerdo con que empresa firmarán el duelo.
El monto que obtendrán sus representados y las participaciones por concepto de televisión y otras publicidades.
Son verdaderas lumbreras. Sostienen feroces encuentros con los empresarios y hasta que llega el final del clausulado es cuando anuncian el encuentro.
Nada se deja al azar.
Son negociaciones de altos vuelos y se involucran enormes sumas de dinero en dólares que llegarán a sus representados y una parte para ellos.
Son lumbreras de la negociación y científicos reconocidos en las matemáticas financieras y nos deslumbran cuando revelan las sumas a percibir de sus estrellas.
La negociación se convierte en arte.
Nada se deja al vuelo.
La pelea es lo que se manda al frente y es la que apasiona a los que aman el rudo deporte de las orejas de coliflor.
Para que esto suceda, son los operadores de las empresas y de los contendientes los que arman los esperados combates y en ellos recae la enorme responsabilidad que los encuentros se lleven a cabo.
La publicidad es otra de las grandes obras.
Se mueven cadenas de televisoras que quieren la exclusividad y que pagan fabulosas sumas para trasmitir el evento.
Nos sentamos en ring side para disfrutar la pelea.
Aplaudimos a rabiar a nuestros favoritos y nos emociona ser testigos de épicos combates donde se parten el alma los pugilistas.
¿Qué es lo más importante de todo?
La planificación domina el panorama.
El cerebro de los artífices es lo que brilla sobre todas las cosas que se tejen en derredor.
La política es un arte.
Las estrellas no deben ser tocadas ni con el pétalo de una rosa.
Debe haber brillantes operadores, que en la oscuridad, tejan las marañas del poder que permitan al gobernante refulgir sobre todos los astros.
El político no debe pelear de frente y exponerse a un golpe de nocaut que le lancen sus adversarios.
Otros deben poner cara y cuerpo para mantener indemne al que gobierna y les paga.
Las peleas de callejón no son para gobernadores o presidente de la República.
Cuando la pelota les llegue, debe ser franca y con la velocidad adecuada para ser bateada por los cuatrocientos pies.
Operadores de lujo los hay.
Sus emolumentos son altos, pero valiosos en grado sumo.
Que el dialogo impere sobre la sinrazón.
Hasta mañana.
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